En la oración del Communicantes de la fiesta de la Ascensión del Señor, el Canon Romano alude con hermosa concisión al misterio que la Iglesia celebra. Jesucristo culmina su misión redentora colocando nuestra frágil naturaleza humana, asumida en la unidad de su persona, junto a la gloria del Padre.
Communicántes, et diem
sacratíssimum celebrántes, quo Dóminus noster, unigénitus Fílius tuus, unítam
sibi fragilitátis nostrae substántiam in glóriae tuae déxtera collocávit: sed
et memóriam venerántes, in primis gloriósa semper Vírginis Maríae, Genétricis
eiúsdem Dei et Dómini nostri Iesu Christi …
Reunidos en comunión con toda la
Iglesia para celebrar el día santo en que tu único Hijo, nuestro Señor
Jesucristo, habiendo tomado nuestra débil condición humana, la exaltó a la
derecha de tu gloria, veneramos la memoria, ante todo, de la gloriosa siempre
Virgen María, Madre de Jesucristo, nuestro Dios y Señor …
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