He
aquí la respuesta del Doctor Angélico a la cuestión de si fue necesario que Cristo
resucitase.
“Por
cinco razones fue necesario que Cristo resucitara: Primero, para manifestación de la justicia divina, a la que
pertenece ensalzar a los que por Dios se humillan, según aquellas palabras de Lc 1, 52: Derribó a los poderosos de su trono, y exaltó a los humildes. Así
pues, al haberse humillado Cristo hasta la muerte de cruz, por caridad y por
obediencia a Dios, era necesario que fuese exaltado por Dios hasta la resurrección
gloriosa. Por esto se dice de su persona en el Sal 138, 2: Tú conociste, esto
es, aprobaste mi sentarme, es decir, mi humillación y mi pasión y mi levantarme, que es mi
glorificación por la resurrección, como lo expone la Glosa.
Segundo, para la instrucción de
nuestra fe. Por su resurrección, efectivamente, fue confirmada nuestra fe en la
divinidad de Cristo porque, como se dice en 2 Cor 13, 4, aunque fue
crucificado por nuestra flaqueza, está sin embargo vivo por el poder de Dios.
Y, por este motivo, se escribe en 1 Cor
15,14: Si Cristo no resucitó, vana es
nuestra predicación, y vana es nuestra fe. Y en el Sal 29, 10 se pregunta: ¿Qué utilidad habrá en mi sangre, esto es,
en el derramamiento de mi sangre, mientras desciendo, como por unos escalones
de calamidades, a la corrupción? Como si dijera: Ninguna. Pues si no resucito
al instante, y mi cuerpo se corrompe, a nadie predicaré, a nadie ganaré, según
expone la Glosa.
Tercero, para levantar nuestra
esperanza. Pues, al ver que Cristo resucita, siendo El nuestra cabeza,
esperamos que también nosotros resucitaremos. De donde, en 1 Cor 15,12, se dice: Si se predica que Cristo ha resucitado de entre los muertos, ¿cómo
algunos de entre vosotros dicen que no hay resurrección de los muertos? y
en Job 19,25-27 se escribe: Yo sé, es claro que por la certeza de la
fe, que mi Redentor, esto es, Cristo,
vive, por resucitar de entre los
muertos, y por eso resucitaré yo de la tierra en el último día; esta esperanza
está asentada en mi interior.
Cuarto, para instrucción de la
vida de los fieles, conforme a aquellas palabras de Rom 6, 4: Como Cristo
resucitó de entre los muertos por medio de la gloria del Padre, así también
nosotros vivamos una vida nueva. Y más adelante (v. 9-11): Cristo, al resucitar de entre los muertos,
ya no muere; así, pensad que también vosotros estáis muertos al pecado, pero
vivos para Dios.
Quinto, para complemento de
nuestra salvación. Porque, así como por este motivo soportó los males muriendo
para librarnos de ellos, así también fue glorificado resucitando para llevarnos
los bienes, según aquel pasaje de Rom
4,25: Fue entregado por nuestros pecados,
y resucitó para nuestra justificación”. (S. Th., III, q. 53, a.1, c.)
No hay comentarios:
Publicar un comentario