«San Felipe, el venerado apóstol de Roma, que
tuvo la dicha de morir el día mismo del Corpus
Christi, yacía sobre su lecho, extenuado de fuerzas por los males que le
afligían; octogenario, había llegado ya al término de su carrera. No habla el
santo anciano; parece que duerme. Pero no duerme; es que está absorto en Dios;
está en espera y aguarda… De repente un sonido de campanillas lo conmueve… ¡Es
el Viático, es el Señor que viene… el Señor! A este sonido, sus fuerzas
retornan, sus miembros parecen reanimarse; quiere arrojarse del lecho y arrodillarse
a toda costa… Y cuando ve aparecer el Santísimo Sacramento, no es ya hombre de
la tierra; en aquel momento, Felipe Neri es ángel del cielo; diré mejor, es un
serafín herido, un serafín que arde, que grita: ¡He ahí el Amor mío, he ahí el Amor mío…dadme, dadme el Amor mío!
Si nadie hubiese escrito la vida de San Felipe Neri, esta escena de cielo
bastaría para revelarla; bastaría este momento solo para testificar la virtud de
sus gloriosos ochenta años. El último grito de su vida sería su panegírico más
hermoso; y solo el Viático demostraría que era un gran santo, y especialmente
un grande enamorado del Santísimo Sacramento» (Antonio de
Castellammare, El alma eucarística,
Ed. Casals, p. 261).
viernes, 26 de mayo de 2017
jueves, 25 de mayo de 2017
UN DIAGNÓSTICO SIEMPRE ACTUAL Y CERTERO
«Estoy convencido de que
la crisis eclesial en la que nos encontramos hoy depende en gran parte del
hundimiento de la liturgia, que a veces se concibe directamente “etsi Deus non
daretur”: como si en ella ya no importase Dios y si nos habla y nos escucha. Pero si en la liturgia
no aparece ya la comunión de la fe, la unidad universal de la Iglesia y de su
historia, el misterio de Cristo viviente, ¿dónde hace acto de presencia la
Iglesia en su sustancia espiritual? Entonces
la comunidad se celebra sólo así misma, que es algo que no vale la pena. Y
dado que la comunidad en sí misma no tiene subsistencia, sino que, en cuanto
unidad, tiene origen por la fe del Señor mismo, se hace inevitable en estas
condiciones que se llegue a la disolución en partidos de todo tipo, a la contraposición
partidaria en una Iglesia que se desgarra a sí misma. Por todo esto tenemos necesidad de un nuevo movimiento litúrgico que
haga revivir la verdadera herencia del concilio Vaticano II» (Joseph
Ratzinger, Mi vida, Ed. Encuentro,
Madrid 2005, p. 150-151).
«En los años que siguieron al Concilio Vaticano II he vuelto a ser consciente de la prioridad de Dios y de la Liturgia Divina. La malinterpretación de la reforma litúrgica, que se ha extendido ampliamente en la Iglesia Católica, llevó a poner siempre cada vez más en primer plano el aspecto de la instrucción y de la propia actividad y creatividad. El hacer de los hombres hizo casi olvidar la presencia de Dios. En esta situación se hace cada vez más claro que la existencia de la Iglesia vive de la correcta celebración de la liturgia y que la Iglesia está en peligro cuando el primado de Dios ya no aparece en la liturgia y, por tanto, en la vida. La causa más profunda de la crisis que ha derruido a la Iglesia reside en el oscurecimiento de la prioridad de Dios en la liturgia. Todo esto me llevó a dedicarme al tema de la liturgia más ampliamente que en el pasado, porque sabía que la verdadera renovación de la liturgia es una condición fundamental para la renovación de la Iglesia. Sobre la base de esta convicción nacieron los estudios que se han recogido en este volumen 11 de las Opera omnia. Pero en el fondo, a pesar de todas las diferencias, la esencia de la liturgia en Oriente y Occidente es única y la misma. Y así, espero que este libro pueda ayudar también a los cristianos de Rusia a comprender de modo nuevo y mejor el gran regalo que se nos ha dado en la Santa Liturgia». (Benedicto XVI, Extracto del prefacio para la edición rusa del volumen XI de su Opera Omnia, Ciudad del Vaticano 2015). Los destacados son nuestros.
«En los años que siguieron al Concilio Vaticano II he vuelto a ser consciente de la prioridad de Dios y de la Liturgia Divina. La malinterpretación de la reforma litúrgica, que se ha extendido ampliamente en la Iglesia Católica, llevó a poner siempre cada vez más en primer plano el aspecto de la instrucción y de la propia actividad y creatividad. El hacer de los hombres hizo casi olvidar la presencia de Dios. En esta situación se hace cada vez más claro que la existencia de la Iglesia vive de la correcta celebración de la liturgia y que la Iglesia está en peligro cuando el primado de Dios ya no aparece en la liturgia y, por tanto, en la vida. La causa más profunda de la crisis que ha derruido a la Iglesia reside en el oscurecimiento de la prioridad de Dios en la liturgia. Todo esto me llevó a dedicarme al tema de la liturgia más ampliamente que en el pasado, porque sabía que la verdadera renovación de la liturgia es una condición fundamental para la renovación de la Iglesia. Sobre la base de esta convicción nacieron los estudios que se han recogido en este volumen 11 de las Opera omnia. Pero en el fondo, a pesar de todas las diferencias, la esencia de la liturgia en Oriente y Occidente es única y la misma. Y así, espero que este libro pueda ayudar también a los cristianos de Rusia a comprender de modo nuevo y mejor el gran regalo que se nos ha dado en la Santa Liturgia». (Benedicto XVI, Extracto del prefacio para la edición rusa del volumen XI de su Opera Omnia, Ciudad del Vaticano 2015). Los destacados son nuestros.
lunes, 22 de mayo de 2017
LA MISA TRADICIONAL ES COMO UN LEÓN: DESENCADÉNENLA Y VERÁN LO QUE HACE
En
entrevista a un importante diario católico de Polonia, Mons. Atanasio
Schneider, obispo auxiliar de Karaganda (Kazajstán), desenmascara la
incoherencia pastoral de quienes se oponen obstinadamente a la difusión de la
misa tradicional.
«El rito tradicional de la Misa es una proclamación del
Evangelio muy artística y poderosa, que realiza la obra de nuestra salvación.
Cuando clérigos y obispos obstruyen o restringen la celebración de la Misa
tradicional, no obedecen lo que el Espíritu Santo dice a la Iglesia, y actúan
de manera muy anti-pastoral. Se comportan como propietarios del tesoro de la
liturgia, que no les pertenece, porque son solo administradores. Al denegar la
celebración de la Misa tradicional o cuando la obstruyen o discriminan, ellos
se comportan como un administrador infiel y caprichoso que -contra las
instrucciones del padre de familia- mantiene la despensa bajo llave, o como una
malvada madrastra que da a los niños una escasa ración. Tal vez estos clérigos sientan
miedo del gran poder de verdad que irradia la celebración de la Misa
tradicional. Uno puede comparar la Misa tradicional con un león: dejadlo libre,
y él sabrá defenderse».
Fuente: rorate-caeli.blogspot.
Ver también: adelantelafe y unavocesevilla
sábado, 13 de mayo de 2017
«LA VICTORIA, SI LLEGA, LLEGARÁ POR MARÍA»
Foto Rorate Caeli
Recojo
un significativo texto del papa San Juan Pablo II sobre su convencimiento de
que la victoria de la Iglesia es inseparable del triunfo de María.
«¡No
tengáis medio!», decía Cristo a los apóstoles (Lc 24, 36) y a las mujeres (Mt
28, 10) después de la resurrección. En los textos evangélicos no consta que la
Señora haya sido destinataria de esta recomendación; fuerte en su fe, Ella «no
tuvo miedo». El modo en que María
participa en la victoria de Cristo yo lo he conocido sobre todo por la
experiencia de mi nación. De la boca del cardenal Wyszn'ski sabía también
que su predecesor, el cardenal August Hlond, al morir, pronunció estas
significativas palabras: «La victoria, si llega, llegará por medio de María».
Durante mi ministerio pastoral en Polonia, fui testigo del modo en que aquellas
palabras se iban realizando.
Mientras
entraba en los problemas de la Iglesia universal, al ser elegido Papa, llevaba
en mí una convicción semejante: que también en esta dimensión universal, la
victoria, si llega, será alcanzada por María. Cristo vencerá por medio de ella, porque Él quiere que las victorias de
la Iglesia en el mundo contemporáneo y en el mundo futuro estén unidas a ella.
(Juan
Pablo II, Cruzando el umbral de la Esperanza,
Ed. Plaza & Janes, Barcelona 1994, p. 215)
viernes, 12 de mayo de 2017
FÁTIMA, ESPERANZA DE LA IGLESIA Y DEL MUNDO
«Eia ergo, advocata
nostra,
illos tuos misericordes oculos ad nos converte»
«Ea, pues, Señora,
abogada nuestra,
vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos»
miércoles, 10 de mayo de 2017
MEJOR PROCLAMAR QUE DIALOGAR
En
un mensaje del Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso leo lo
siguiente: «Jesucristo y Buda promovieron la no violencia y fueron constructores de
paz». Si alguien cree, no
digo que este sea el caso, que para un fructífero diálogo interreligioso es
necesario camuflar la persona divina de Cristo, el Verbo hecho carne por la
salvación del mundo –Buda incluido– con los ropajes de un humanismo pacifista, que
no se asombre si tarde o temprano comprueba que ha perdido miserablemente el
tiempo. En asuntos de esta índole, prefiero adherirme al sentir de Gómez
Dávila: «Detesto al que predica la verdad que salva suplicando que la salven» (Escolios,
Tomo II, p. 330).
sábado, 6 de mayo de 2017
LA GRANDEZA DEL SILENCIO
El Cardenal Sarah reza en silencio
ante los restos mortales
de Mons. Javier Echevarría.
Foto Revista Mundo Cristiano
Enero 2017
«E
|
l
silencio no es una ausencia; al contrario: se trata de la manifestación de una
presencia, la presencia más intensa que existe. El descrédito que la sociedad
moderna atribuye al silencio es el síntoma de una enfermedad grave e
inquietante. En esta vida lo
verdaderamente importante ocurre en silencio. La sangre corre por nuestras
venas sin hacer ruido, y solo en el silencio somos capaces de escuchar los
latidos del corazón» (Cardenal Robert Sarah, La fuerza del silencio, Ed. Palabra,
Madrid 2017, p. 30. El destacado es nuestro).
miércoles, 3 de mayo de 2017
ELENA Y SU PASIÓN POR LA CRUZ
D
|
espués
de la victoria reportada por Constantino merced a la Cruz que vio en el cielo con la leyenda por este signo vencerás,
su madre santa Elena marchó a Jerusalén para buscar allí la verdadera Cruz del
Señor. A principios del siglo II el emperador Adriano había cubierto el
Calvario y el Santo Sepulcro bajo una capa de escombros y en aquel mismo lugar
había mandado erigir una estatua de Júpiter y un templo de Venus. Pero Elena
hizo derribar ambos monumentos, y cavando en el suelo, se descubrieron los
santos Clavos y el glorioso trofeo de donde brota «nuestra salvación, vida y resurrección»
(Introito de la misa, Gal 6, 14). La vera Cruz se reconoció al contacto con una difunta, que al instante resucitó.
Elena
dividió en tres trozos del precioso leño, que «fue digno de cargar con el Rey
del cielo» (Aleluya de la misa),
figurado ya en la cruz en la cual Moisés levantara la serpiente de bronce (Evangelio de la misa). Uno de aquellos
trozos se llevó a Roma, a la iglesia que por este motivo se llamó de la Santa
Cruz de Jerusalén; el otro a Constantinopla y el tercero se quedó en Jerusalén.
Habiendo sido esta última reliquia robada por los persas, y recobrada luego por
Heraclio, este emperador la devolvió solemnemente a Jerusalén el 3 de mayo de
628. Entraba en la ciudad el emperador bizantino cargado de oro y pedrería,
cuando de pronto sintióse detenido por una fuerza irresistible. Dejó entonces
Heraclio sus ricos vestidos y así pudo seguir con la Cruz (Fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, 14 de Sept.)
(Tomado de una reseña
del misal diario de Dom Gaspar Lefebvre [1947] para la fiesta de la invención
de la Santa Cruz, 3 de mayo. Tras la reforma de la liturgia romana por Juan
XXIII en 1960, con el motu proprio Rubricarum
instructum, esta fiesta perdió importancia en el calendario romano y luego se suprimió.)
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