En la obra de Nicolás Gómez Dávila, Escolios a un texto implícito, abundan los aforismos que, unidos entre sí como piezas de un rompecabezas, nos ofrecen una interesante panorámica del así llamado mundo eclesiástico progresista. Engendrado por los años sesenta, este mundo arrastra hasta nuestros días un desierto de infecundidad y confusión. Gómez Dávila observó atentamente este fenómeno desolador en la vida de la Iglesia y en breves sentencias logra describirlo con
exactitud, elegancia y fina ironía. He aquí una selección de sus textos:
1. -El clero moderno, para salvar
la institución, trata de desembarazarse del mensaje.
2. -El individuo, para
“perseverar en su ser”, puede hacer concesiones, pero la idea que las haga se
transforma en otra distinta.
Si la Iglesia es meramente una agrupación de
individuos interesados en defender su existencia colectiva, las concesiones
hábiles le son lícitas; pero si es el vehículo de la fe y el cuerpo de Cristo, todo
aggiornamento la pervierte.
3. -La Iglesia actual
excluye gentilmente del depósito revelado todo lo que la opinión pública
condena.
4. -Llámase mentalidad
moderna el proceso de exculpación de los pecados capitales.
5. -A fuerza de adaptarse a
la “mentalidad moderna”, el cristianismo se volvió una doctrina que no es
difícil acatar, ni es interesante hacerlo.
6. -La religión, bajo el
influjo del clero progresista, en lugar de opio del pueblo, es su veneno.
7. -La herejía que amenaza a
la Iglesia, en nuestro tiempo, es el “terrenismo”.
8. -La Iglesia contemporánea
practica preferentemente un catolicismo electoral. Prefiere el entusiasmo de
las grandes muchedumbres a las conversiones individuales.
9. -El teólogo moderno
anhela transformar la doctrina cristiana en simple ideología de comportamientos
comunitarios.
10. –La Iglesia actual no
estrecha a la democracia en sus brazos porque la perdona, sino para que la
democracia la perdone.
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