Dos audiencias dedicó en 2008
el Papa Benedicto XVI a presentar la figura de San Gregorio Magno, uno de los
más notables pontífices de la Iglesia. Y si es cierto que en la historia de la
Iglesia hay hombres que señalan una época, infunden un renovado impulso y
marcan un rumbo determinado, san Gregorio Magno es sin duda uno de ellos. Entre
sus obras más conocidas está la Regla Pastoral, verdadero manual para un desempeño
ejemplar del ministerio episcopal. Así presentaba Benedicto XVI, en una de sus
catequesis, esta maravillosa obra:
“Tal vez el texto más
orgánico de san Gregorio Magno es la Regla
pastoral, escrita en los
primeros años de su pontificado. En ella san Gregorio se propone presentar la
figura del obispo ideal, maestro y guía de su grey. Con ese fin ilustra la
importancia del oficio de pastor de la Iglesia y los deberes que implica: por
tanto, quienes no hayan sido llamados a tal tarea no deben buscarla con
superficialidad; en cambio, quienes lo hayan asumido sin la debida reflexión,
necesariamente deben experimentar en su espíritu una turbación. Retomando un
tema predilecto, afirma que el obispo es ante todo el "predicador"
por excelencia; como tal debe ser ante todo ejemplo para los demás, de forma
que su comportamiento constituya un punto de referencia para todos. Una acción
pastoral eficaz requiere además que conozca a los destinatarios y adapte sus
intervenciones a la situación de cada uno: san Gregorio ilustra las
diversas clases de fieles con anotaciones agudas y puntuales, que pueden
justificar la valoración de quienes han visto en esta obra también un tratado
de psicología. Por eso se entiende que conocía realmente a su grey y hablaba de
todo con la gente de su tiempo y de su ciudad.
Sin embargo, el gran
Pontífice insiste en el deber de que el pastor reconozca cada día su propia
miseria, de manera que el orgullo no haga vano a los ojos del Juez supremo el
bien realizado. Por ello el capítulo final de la Regla está dedicado a la humildad: ‛Cuando se siente complacencia al haber
alcanzado muchas virtudes, conviene reflexionar en las propias insuficiencias y
humillarse: en lugar de considerar el bien realizado, hay que considerar
el que no se ha llevado a cabo’.
Todas estas valiosas indicaciones demuestran el altísimo concepto que san
Gregorio tiene del cuidado de las almas, que define "ars artium",
el arte de las artes. La Regla tuvo tanto éxito que pronto se
tradujo al griego y al anglosajón, algo más bien raro”. (Benedicto XVI, Audiencia
general, 4 de junio de 2008)
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