En
himnos y villancicos de navidad resuena un mismo eco: el eco de una invitación proclamada
en Belén: Venite in Bethleme! ¡Venid a
Belén! Venid a esta humilde aldea a contemplar con estupor el más grande
misterio acaecido sobre la tierra. “Venid, dirá Fray Luis de Granada, a ver
al Hijo de Dios, no en el seno del Padre, sino en los brazos de la Madre; no
entre los coros de los Ángeles, sino entre unos viles animales; no asentado a
la diestra de la Majestad en las alturas, sino reclinado en un pesebre de
bestias; no tronando ni relampagueando en el cielo, sino llorando y temblando
de frío en un establo” (Vida de Jesucristo,
Madrid 1990, p. 32).
Sí, venite, adoremus; venite, adoremus Dominum.
miércoles, 24 de diciembre de 2014
miércoles, 17 de diciembre de 2014
martes, 9 de diciembre de 2014
EL CALVARIO PERPETUADO EN LA MISA
Recojo estas piadosas y profundas reflexiones del Beato J. H. Newman sobre la grandeza y sentido de la Santa Misa. ¡Cuánta riqueza en los graneros de la tradición de la Iglesia!
“Te adoro, Señor y Dios
mío, con el más profundo temor reverencial por tu pasión y crucifixión, en
sacrificio por nuestros pecados. Tú sufriste ciertamente dolores incomunicables
en tu alma sin pecado. Fuiste expuesto en tu cuerpo inocente a tormentos
ignominiosos, mezclados de dolor y vergüenza. Fuiste desnudado y fieramente
flagelado, vibrando tu sagrado cuerpo bajo el azote como los árboles bajo las
ráfagas de la tempestad. Así destrozado, fuiste, suspendido de la Cruz,
desvestido, un espectáculo para todos los que te veían temblar y morir. ¡Cuánto
implica todo esto, Dios Poderoso! ¡Qué profundidad vemos aquí que no podemos
penetrar! Mi Dios, sé bien que pudiste habernos salvado con tu Palabra, sin
sufrir tú mismo, pero elegiste adquirirnos al precio de tu sangre. Contemplo en
ti la víctima elevada sobre el Calvario, y sé y declaro solemnemente que esa
muerte tuya fue una expiación por los pecados del mundo entero. Creo y sé que
tú sólo pudiste haber ofrecido una expiación meritoria, porque era tu divina
naturaleza que otorgaba dignidad a tus sufrimientos. Antes que yo pereciera de
acuerdo a lo que merecía, tú fuiste clavado al Árbol y moriste”.
“Semejante sacrificio no
podía ser olvidado.
No iba a ser, no podía ser, un mero acontecimiento en la historia del mundo,
que fuera hecho y terminado, muerto excepto en sus oscuros efectos no
reconocidos. Si esa gran muerte fue lo que creemos que fue, lo que sabemos que
es, debe permanecer presente aunque ya pasó, debe ser un hecho establecido para
todos los tiempos. Nuestra propia reflexión cuidadosa sobre el mismo nos dice
esto, y entonces, cuando se nos cuenta que tú, Señor, aunque has ascendido a
la gloria, has renovado y perpetuado tu
sacrificio hasta el fin de todas las cosas, no sólo es la noticia más
conmovedora y gozosa porque da testimonio de un Señor y Salvador tan compasivo,
sino que lleva consigo el pleno asentimiento y simpatía de nuestra razón.
Aunque no hubiéramos podido ni siquiera atreveros a anticipar una doctrina tan
maravillosa, ahora que se nos comunica, adoramos su misma conveniencia a tus
perfecciones, así como su infinita compasión para nosotros. Sí, mi Señor,
aunque has dejado el mundo, eres ofrecido en la Misa diariamente, y, aunque no
puedes sufrir dolor y muerte, te haces sujeto de indignidad y limitación para
llevar hasta la plenitud tu misericordia hacia nosotros. Te humillas
diariamente, pues, siendo infinito, no puedes finalizar tu humillación mientras
existan aquellos por quienes te sometiste e ella. Por eso permaneces sacerdote
para siempre”.
Meditaciones y
Devociones,
Ed. Agape Libros, Buenos Aires 2007, p 303-305.
miércoles, 3 de diciembre de 2014
TAREAS PARA EL NUEVO PREFECTO
El
pasado 26 de noviembre La Nuova Bussola
Quotidiana publicó una editorial del conocido liturgista don Nicola Bux
sobre las tareas más urgentes que, según su parecer, debería enfrentar el
Cardenal Sarah como nuevo Prefecto de la Congregación para el Culto Divino. A
continuación ofrezco una traducción al castellano.
“El
hombre que ora es el hombre por excelencia; es el acto supremo de la
autoconciencia de la fe. El culto es el acto más grande que él puede realizar,
porque lo une de nuevo con el origen, con Aquel que es el creador y el salvador
del hombre.
Pero
el culto católico padece actualmente un desequilibrio entre la forma
comunitaria, que ha crecido desmesuradamente después del Concilio, y la forma
personal, de hecho aniquilada justamente por el excesivo comunitarismo que mata
la participación devota. Este es uno de los problemas que el cardenal Robert
Sarah, nuevo prefecto de la Congregación para el Culto Divino, debería
afrontar. La forma comunitaria, en efecto, expresa la comunión, pero no se
trata de una fusión: el otro permanece como otro, no es absorbido ni reducido,
de modo análogo al misterio de la Trinidad: un solo Dios, una sola naturaleza
divina, pero al mismo tiempo tres personas.
Luego,
por encima de todo, el culto sirve para que el hombre pueda encontrar a Dios;
esa es su misión; sirve para introducir el hombre en la Presencia divina; hoy,
en el tiempo de la descristianización, esto ya no es evidente. Presencia evoca
algo a lo que acercarse, casi como tocarlo, pero que me supera, porque soy
pecador. Entonces se dispara la reacción de Pedro: "Apártate de mí, porque
soy un pecador." Presencia evoca lo "sagrado"; la liturgia es
sagrada, a causa de la Presencia divina. Y esta realidad "sagrada"
parece en ruinas, envuelta también en la crisis de la Iglesia, como ha escrito
Benedicto XVI.
De
este modo, muchos católicos, especialmente entre los jóvenes, simplemente
escapan de la 'liturgia-entretenimiento' -litur-tainment,
la llaman en América, donde el sacerdote imita a un conductor televisivo-, y
buscan el misterio en el majestuoso rito bizantino o en el sobrio rito romano
antiguo. Muchos obispos empiezan a darse cuenta de este fenómeno. Es un nuevo
movimiento litúrgico, en el actual sucederse de generaciones. ¡Dichoso quién se
haya dado cuenta a tiempo! De todo esto, la Congregación para el Culto Divino
debe tomar nota.
Por
otra parte, esta Congregación también es responsable de la “disciplina de los
sacramentos”. Y aquí tocaremos una tecla dolorosa: la indisciplina
generalizada, la falta de fidelidad al rito, que puede incluso afectar la
validez misma de los sacramentos (cfr.
Juan Pablo II, Vicesimus Quintus Annus, 1988), lesionan en la liturgia los
derechos de Dios, además del de los fieles. En la liturgia, la fe y la doctrina,
están mediadas por el rito: per preces et ritus, dice la Constitución litúrgica
(n.48); la fidelidad a los ritos y a los textos auténticos de la liturgia es
una exigencia de la lex orandi que
debe estar conforme con la lex credendi.
El rito, en fin, mide el tiempo de la música y estructura el espacio del arte,
haciéndolos capaces de comunicarle al hombre lo 'sagrado'; por esto poseen una
dimensión apostólica, misionera y apologética. El cardinal Sarah, que ha sido
secretario de Propaganda Fide, lo sabe bien”.
domingo, 30 de noviembre de 2014
TENTACIÓN SINODAL
“No habiendo logrado que los hombres practiquen lo que
enseña, la Iglesia actual ha resuelto enseñar lo que practican”.
(Nicolás Gómez Dávila)
jueves, 27 de noviembre de 2014
SANTO TOMÁS Y EL PORQUÉ DE LA RELIGIÓN
En
un texto poco conocido pero de profunda densidad metafísica, Santo Tomás nos
ofrece una admirable fundamentación ontológica de la religión. Por el hecho
mismo de ser creatura, el hombre no puede entenderse sino como “ligado” a su Creador, fuente originaria de su ser, y en tensión permanente hacia Él.
“Para
poder conocer la naturaleza de la religión, indaguemos el origen de su nombre.
El nombre de religión, como parece indicar Agustín en el libro “De la religión verdadera”, ha sido
tomado de ‘religar’. Ahora bien, en sentido propio se dice que ‛está ligado’
aquello que está sujeto de tal manera a una cosa que su libertad de separarse
de dirección de otras cosas queda suprimida. Pero ‛religazón’ (religatio)
implica una nueva ligazón (ligatio), e indica que algo está otra vez ligado a
aquello a lo que estuvo unido primeramente y de lo cual comenzó luego a
separarse. Y puesto que toda criatura existía en Dios antes de existir por sí
misma y de haber salido de Dios, y comenzó en cierto modo a estar separada de
Él según su esencia en virtud de la creación, por eso es que la criatura
racional debe ser religada a Dios mismo, para que de ese modo “los ríos
reviertan al lugar de donde fluyeron” (Eccl. I 7). Y por eso dice Agustín en “De la religión verdadera”: ‛la religión
nos religa al Dios omnipotente’.”
Santo
Tomás de Aquino, Contra impugnantes Dei
cultum et religionem, Prol. Cap. 1, 1.
jueves, 20 de noviembre de 2014
EL LATÍN, MÁS QUE ÚTIL, BELLO
Copio
de una interesante carta aparecida en el Mercurio de Santiago el pasado 3 de
noviembre, algunas consideraciones que un joven filósofo nos ofrece sobre el
estudio de la lengua latina.
"El
latín que debería estudiarse como disciplina obligatoria en las escuelas
humanistas y en las universidades es, nada más ni nada menos, la lengua en la
cual se plasmó el genio de épocas completas. Estudiar latín es introducirse en
una gran odisea del espíritu humano, es sentarse a conversar con poetas,
filósofos, oradores, concilios, teólogos, juristas, astrónomos y goliardos. Es
darse cuenta de una gran verdad: sin estos personajes que pensaron y hablaron
en latín, hoy estaríamos probablemente en las cavernas, comiéndonos los unos a
los otros.
Sentarse
a traducir, lentamente, las frases de algún vate o las sentencias de algún sabio,
descubrir cómo nuestro castellano revela etimologías deliciosas, admirar la
estructura y confección de frases musicales y recónditas, y darse cuenta de que
somos herederos de un caudal aquilatado por muchos siglos es, entonces, como ir
a un concierto de J. S. Bach o admirar una puesta de sol. Una actividad
gratuita, pacífica, intensa y feliz".
sábado, 15 de noviembre de 2014
SAN ALBERTO MAGNO, EL SABER QUE SE VIERTE EN ALABANZA
Extracto de la Audiencia del
miércoles 24 de marzo de 2010 que el Papa Benedicto XVI dedicó a San Alberto
Magno, obispo y doctor, figura intelectual señera de la Iglesia.
"San Alberto muestra sobre
todo que entre fe y ciencia no existe oposición, pese a algunos episodios de
incomprensión que han tenido lugar en la historia. Un hombre de fe y de
oración, como era san Alberto Magno, puede cultivar serenamente el estudio de
las ciencias naturales y avanzar en el conocimiento del micro y del
macrocosmos, descubriendo las leyes propias de la materia, porque todo esto
concurre a alimentar la sed de Dios y el amor a él. La Biblia nos habla de la creación
como del primer lenguaje a través del cual Dios —que es suma inteligencia, que
es Logos— nos revela algo
de sí mismo. El libro de la Sabiduría, por ejemplo, afirma que los fenómenos de
la naturaleza, dotados de grandeza y belleza, son como las obras de un artista,
a través de las cuales, por analogía, podemos conocer al Autor de la creación (cf. Sb 13, 5). Con una similitud clásica en
la Edad Media y en el Renacimiento, el mundo natural puede compararse con un
libro escrito por Dios, que nosotros leemos según los distintos enfoques de las
ciencias ¡Cuántos científicos, siguiendo los pasos de san Alberto Magno, han
llevado adelante sus investigaciones movidos por asombro y gratitud frente al
mundo que, a sus ojos de estudiosos y creyentes, se presentaba y se presenta
como la obra buena de un Creador sabio y amoroso! El estudio científico se
transforma en un himno de alabanza. Lo había comprendido muy bien un gran
astrofísico de nuestros tiempos, cuya causa de beatificación se ha incoado,
Enrico Medi, el cual escribió: "Oh, vosotras, misteriosas galaxias..., yo
os veo, os calculo, os entiendo, os estudio y os descubro, penetro en vosotras
y os recojo. Tomo vuestra luz y con ella hago ciencia; tomo el movimiento y
hago de él sabiduría; tomo el destello de los colores y hago de él poesía; os
tomo a vosotras, estrellas, en mis manos, y temblando en la unidad de mi ser os
elevo por encima de vosotras mismas, y en oración os presento al Creador, que
vosotras sólo podéis adorar a través de mí" (Le opere. Inno alla
creazione).
San Alberto Magno nos
recuerda que entre ciencia y fe existe amistad, y que los hombres de ciencia
pueden recorrer, mediante su vocación al estudio de la naturaleza, un auténtico
y fascinante camino de santidad".
Fuente:www.vatican.va
jueves, 13 de noviembre de 2014
INGENUIDAD PASTORAL
"La
Iglesia, al abrir de par en par sus puertas,
quiso facilitarles la entrada a
los de fuera,
sin pensar que más bien les facilitaba la salida a los de
adentro".
(Nicolás Gómez Dávila)
miércoles, 5 de noviembre de 2014
UNA ESPINA EN EL ALMA DEL BEATO PABLO VI
Seis
meses antes de su muerte el Papa Pablo VI manifestaba al clero de Roma el
profundo dolor que causaba en su alma la ola creciente de las defecciones
sacerdotales. Junto con alentar a los sacerdotes a ser fieles al llamado de
Cristo, el Papa deploraba el afán desmedido de muchos clérigos por asimilarse a
un hombre de mundo, desacralizando así su persona y su ministerio. Un texto
digno de meditación y de perenne actualidad, si de verdad se busca un repunte
significativo en el número de las vocaciones sacerdotales.
“…Nos
abstenemos ahora de considerar las formas y las proporciones del fenómeno de
las defecciones sacerdotales que estos últimos años ha afligido a la Iglesia y
que está presente cada día en nuestra pena y en nuestra oración.
Las
estadísticas nos abruman; la casuística nos desconcierta; las motivaciones, sí,
nos imponen respeto y nos mueven a compasión, pero nos causan un dolor inmenso;
la suerte de los débiles que han encontrado fuerza para desertar de su
compromiso nos confunde y nos hace invocar la misericordia de Dios. Que sean
justamente los predilectos de la Casa de Dios quienes impugnen su estabilidad y
violen sus costumbres tiene para nosotros algo de inverosímil, qué nos pone en
los labios las angustiadas palabras del Salmo: Si inimicus meus maledixisset mihi, sustinuissem utique… “Si me
hubiese injuriado un enemigo, lo habría soportado; si se hubiese alzado contra
mí un adversario, me habría escondido de él. ¡Pero eres tú, mi compañero, mi
amigo y confidente! ¡Nos unía una dulce amistad, caminábamos jubilosos hacia la
casa de Dios!" (Sal 54, 13-15).
Una
táctica calculada se ha apoderado de la sicología de algunos hermanos en el
sacerdocio —queremos creer que pocos— para desconsagrar su figura tradicional;
un proceso de desacralización se ha apoderado de la institución sacerdotal para
demoler su consistencia y cubrir sus ruinas, una manía de aseglaramiento ha
arrancado las ínfulas exteriores del hábito sagrado y ha extirpado del corazón
de algunos la sagrada reverencia debida a su propia persona, para sustituirla
con una exhibida vanidad de lo profano y a veces incluso con la audacia de lo
ilícito y de lo intemperante”. (DISCURSO DEL BEATO PABLO VI A LO SACERDOTES DE
ROMA. Capilla Sixtina, viernes 10 de febrero de 1978).
Fuente: www.vatican.va
miércoles, 29 de octubre de 2014
ARTE Y ORACIÓN EN BENEDICTO XVI
Atrás quedaron los años de barbarie antiestética
que acompañaron la reforma litúrgica posconciliar. Una herencia valiosa que el Papa
Benedicto XVI ha dejado a la Iglesia y a la humanidad es la constante presencia,
en su magisterio, de la importancia de la belleza como camino de encuentro con
el Dios vivo y verdadero. A continuación recojo un extracto de una Audiencia
dedicada a las relaciones entre arte y oración.
“El arte es capaz de
expresar y hacer visible la necesidad del hombre de ir más allá de lo que se
ve, manifiesta la sed y la búsqueda de infinito. Más aún, es como una puerta
abierta hacia el infinito, hacia una belleza y una verdad que van más allá de
lo cotidiano. Una obra de arte puede abrir los ojos de la mente y del corazón,
impulsándonos hacia lo alto.
Pero hay expresiones
artísticas que son auténticos caminos hacia Dios, la Belleza suprema; más aún,
son una ayuda para crecer en la relación con él, en la oración. Se trata de las
obras que nacen de la fe y que expresan la fe. Podemos encontrar un ejemplo cuando
visitamos una catedral gótica: quedamos arrebatados por las líneas verticales
que se recortan hacia el cielo y atraen hacia lo alto nuestra mirada y nuestro
espíritu, mientras al mismo tiempo nos sentimos pequeños, pero con deseos de
plenitud… O cuando entramos en una iglesia románica: se nos invita de forma
espontánea al recogimiento y a la oración. Percibimos que en estos espléndidos
edificios está de algún modo encerrada la fe de generaciones. O también, cuando
escuchamos un fragmento de música sacra que hace vibrar las cuerdas de nuestro
corazón, nuestro espíritu se ve como dilatado y ayudado para dirigirse a Dios...
Queridos amigos, os
invito a redescubrir la importancia de este camino también para la oración,
para nuestra relación viva con Dios. Las ciudades y los pueblos en todo el
mundo contienen tesoros de arte que expresan la fe y nos remiten a la relación
con Dios. Por eso, la visita a los lugares de arte no ha de ser sólo ocasión de
enriquecimiento cultural —también esto—, sino sobre todo un momento de gracia,
de estímulo para reforzar nuestra relación y nuestro diálogo con el Señor, para
detenerse a contemplar —en el paso de la simple realidad exterior a la realidad
más profunda que significa— el rayo de belleza que nos toca, que casi nos
«hiere» en lo profundo y nos invita a elevarnos hacia Dios”. (Benedicto XVI, Audiencia
General, miércoles 31 de agosto de 2011)
lunes, 27 de octubre de 2014
UN CONTENTO EN EXPANSIÓN
“Estoy muy contento de
que el usus antiquior viva ahora una
paz plena en la Iglesia, también entre los jóvenes, apoyado y celebrado por
grandes cardenales. Estaré espiritualmente con ustedes…”
(De
la carta de Benedicto XVI, Papa emérito, al Delegado General del Coetus Internationalis Summorum
Pontificum, 10-X-2014).
viernes, 24 de octubre de 2014
¿LA CASTIDAD DEJÓ DE SER UNA VIRTUD? REFLEXIONES SOBRE EL SÍNODO (II)
Presento la segunda
parte del artículo de don Enrico Cattaneo aparecido en La Nuova Bussola Quodiana (2o-X-2014)
“Que
el Sínodo haya ignorado por completo este aspecto, parece algo desconcertante y
preocupante. Si la Iglesia ya no sabe más proponer íntegramente el mensaje
evangélico sobre la sexualidad, esto significa entonces que la mentalidad del
mundo ha entrado simplemente en la Iglesia. Y yendo un poco al fondo de la
cuestión, hay un motivo de este confusionismo, que ha llegado desde el momento
en que se ha pretendido nivelar todas las vocaciones, todos los carismas,
diciendo que la elección de la virginidad por el Reino de los cielos no es
"mejor" que la del estado matrimonial. ¿No habla Pablo de “aspirar a
los mejores carismas” (1 Cor 12, 13)? ¿Y acaso no dice también que quien se
casa “hace una cosa buena”, pero que quien no se casa para pertenecer
completamente al Señor “hace algo mejor” (cf. 1 Cor 7, 32-38)? ¿Y no ha sido
siempre ésta la posición de la Iglesia Católica en sus dos mil años de
historia? ¿Acaso Dios no es libre de dar sus dones, y ofrecer a uno cinco
talentos, y a otro dos, y a otro incluso uno? Corresponderá luego a cada uno
hacer fructificar al máximo el don recibido, y según esto valorará el Señor la
santidad de la persona.
Volviendo
al Sínodo, debería quedar claro que la crisis de la familia también es debida a
la crisis de la moral sexual. Ahora bien, en vez de rociar un poco de agua
bendita sobre situaciones objetivas de pecado (y ya se ha señalado cómo en la relación-síntesis falta justamente este
concepto), ¿por qué no hacer también para la sexualidad aquella propuesta
positiva que se quiere hacer para la familia ? Dicho en otras palabras, hay dos
"bellezas" evangélicas que presentar: "la belleza de la familia",
escuela de amor sacrificado, de fecundidad y comunión, y la "belleza de la
castidad, “escuela de autodisciplina y
de elevación del amor humano y cristiano.
Si
la reflexión sobre la familia que se llevará a cabo hasta el Sínodo ordinario
del próximo año, se redujera a copiar de los ortodoxos lo referente a la
comunión de los divorciados vueltos a casar; a copiar de los protestantes el
considerar el Evangelio como un ideal, dejando a la conciencia de cada uno el
decidir en las situaciones concretas; a copiar de los anglicanos el entender la
sinodalidad como un resolver las cuestiones a fuerza de mayoría, entonces no se
comprende en qué queda aquella "creatividad" que ha sido solicitada por
el papa Francisco”.
jueves, 23 de octubre de 2014
¿LA CASTIDAD DEJÓ DE SER UNA VIRTUD? REFLEXIONES SOBRE EL SÍNODO (I)
Ofrezco en
dos entradas sucesivas una traducción al español de un interesante artículo de don Enrico
Cattaneo, publicado en La Nuova Bussola
Quotidiana, el pasado 20 de octubre, sobre el reciente Sínodo. Con mesura y
claridad el autor apunta hacia una de las más notorias insuficiencias de esta
primera etapa sinodal.
¿LA CASTIDAD YA NO ES UNA VIRTUD? REFLEXIONES SOBRE EL SÍNODO
Por Enrico Cattaneo
“Pienso
que no solo los Padres sinodales, sino también todos los católicos y todas las
personas de buena voluntad han vivido con mucho dolor interior el dilema
debatido en el Sínodo entre el ser fieles a la doctrina de Cristo sobre el
matrimonio y al mismo tiempo salir al encuentro de tantas situaciones de
fragilidad, de quiebra, de crisis de la familia. Esta laceración interior,
presente ciertamente en todos los Padres sinodales y en los demás participantes
(matrimonios, religiosos y observadores de otras confesiones), impide
clasificar con simpleza las varias posiciones, contraponiendo los
"conservadores" a los "abiertos", y los "rígidos" a los
"misericordiosos."
También
la relación-síntesis de la primera semana, hecha por el card. Erdó, reflejaba
esta laceración, e indicaba las posibles vías para afrontar los problemas de la
familia, manteniendo firme la doctrina. Las cosas positivas presentes en esta
relación son muchas, pero otras dejan un sentimiento de malestar. Entre las
cosas positivas debe subrayarse la actitud de fondo de asumir, de cara a la
crisis de la institución familiar, la presentación de "el Evangelio de la
familia", es decir de toda la belleza del matrimonio y de la familia cristiana,
testimoniada por tantos esposos y por muchas familias. Esta
"belleza", fruto de la gracia, pasa ciertamente por el camino de la cruz,
hasta el heroísmo del amor sacrificado.
La
relación del card. Erdó también tocaba muchas situaciones que están más o menos
directamente en conexión con la familia, como la convivencia (y por lo mismo
las relaciones prematrimoniales), las uniones de hecho, el matrimonio civil
entre bautizados y la cuestión de la homosexualidad.
Ahora
nos preguntamos: en lugar de plantear soluciones ambiguas, que no hacen más que
desorientar a los fieles, ¿por qué no se ha dicho ninguna palabra sobre la
"belleza de la castidad” como valor auténticamente humano y cristiano? ¿Es
que a lo mejor la castidad ya dejó de ser una virtud? ¿O quizá es que la
Iglesia ya no tiene la valentía de indicar a los jóvenes, a los novios y
también a las parejas casadas, el valor de la castidad y la virginidad por el
Reino de los cielos? ¿No sería éste el verdadero mensaje profético para nuestro
tiempo”?
Por
otra parte, los primeros cristianos, que estaban inmersos en un mundo
corrompido bajo todo punto de vista, se presentaron proclamando, de una parte,
la belleza del matrimonio cristiano, monógamo e indisoluble, signo de la unión
de Cristo con la Iglesia, pero también proponiendo la superior belleza de la
virginidad, abrazada a causa de Cristo y del Evangelio. ¿Acaso Jesús no fue
virgen? ¿Y la Madre de Jesús, María, no ha sido proclamada en todo tiempo
"la siempre Virgen?" Ciertamente, los tiempos modernos exigen una
presentación conforme a las problemáticas de hoy. ¿Pero será posible que no
existan hoy teólogos, pastores, médicos, psicólogos, sociólogos, que puedan
mostrar la belleza de la castidad como valor humano, y sobre todo la virginidad
por el Reino de los cielos? Éste debería ser el trabajo a realizar, y esperamos
que se haga en el año dedicado a la vida consagrada (noviembre 2014-2015).
martes, 21 de octubre de 2014
ADVERTENCIA
Racionalizar el dogma, ablandar la moral, simplificar el
rito, no facilitan el acercamiento del incrédulo sino el acercamiento al
incrédulo.
(Nicolás Gómez Dávila)
miércoles, 15 de octubre de 2014
PRESENTIMIENTO
“La Iglesia necesitará siglos de oración y de silencio
para
forjar de nuevo su alma emblandecida”.
(Nicolás Gómez Dávila)
lunes, 13 de octubre de 2014
EL DOBLE MILAGRO DE LA CONSAGRACIÓN
“¿Qué
sucede, pues, en la Misa cuando el sacerdote, habiendo tomado el pan y el vino,
repite las mismas palabras de Jesús?
Con
un doble milagro, asistido por la omnipotencia divina, la Eucaristía se
constituye como sacrifico de Cristo y
como sacramento de Cristo. El primer
milagro concierne al tiempo; el segundo al espacio. Por el primer milagro, en
el momento en que se pronuncian las palabras de la doble consagración del pan y
del vino, nos hacemos invisiblemente presentes al sacrifico cruento de la Cruz,
ofrecido de una vez por todas en Jerusalén para la salud del mundo: he ahí el
aspecto sacrificial de la Eucaristía. El segundo milagro es aquel por el que el
cuerpo glorioso de Cristo se hace presente en cada uno de nuestros altares, en
un lugar de nuestro espacio: he ahí el aspecto sacramental de la Eucaristía. Estos
dos milagros están tan estrechamente unidos, que se les puede considerar como
las dos caras de un único milagro”. (Charles Journet, La Eucaristía, Sacrificio y Sacramento de Cristo, México 1973, p.
25-26).
En el texto arriba citado, Charles Journet, Cardenal y teólogo insigne, explica que en la Misa, durante la Consagración, asistimos a un doble milagro en el que las leyes del tiempo y del espacio, por acción del poder de Dios, quedan en un misterioso suspenso. Es tan grandioso lo que ocurre en ese instante divino, que solo el estupor silencioso del alma y la quietud del cuerpo arrodillado merecen ser reconocidos como la verdadera y auténtica respuesta del creyente ante la presencia de tan grande misterio.
lunes, 6 de octubre de 2014
LA MISA TRADICIONAL DEFIENDE EL SENTIDO DE LO SAGRADO. HABLA UNA VOZ AUTORIZADA
Ofrecemos una traducción de la
entrevista que Don Roberto Spataro SDB, secretario de la Pontificia Academia Latinitas,
creada por Benedicto XVI en 2012 para estudio y difusión de la lengua y cultura
latinas, ha dado a Lettera Napoletana con ocasión de su visita a Bacoli
(Nápoles) el pasado 27 de julio. Don Spataro, docente de literatura cristiana,
es un gran amante y defensor de la liturgia tradicional. En sus respuestas,
breves pero incisivas, resalta el papel siempre actual y necesario de la Forma
Extraordinaria del rito Romano.
P.
¿Considera que la Misa en el rito romano antiguo sea una respuesta, para los
fieles que participan en ella, a la pérdida del sentido de lo sagrado en
nuestra sociedad?
R.
Estoy de acuerdo. En el mundo occidental, como está a la vista de todos, el
proceso de secularización se vuelve dramáticamente siempre más agresivo e
invasivo. Por tanto, es necesario ofrecer espacios donde lo
"sagrado", es decir, la presencia objetiva de Dios, sea comunicado y
aprendido, acogido y asimilado. La Misa "tridentina" privilegia un
lenguaje, hecho de palabras en una lengua reservada a Dios, y de elocuentes
símbolos, que involucran todos los sentidos externos e internos del hombre,
capaz de transmitir inmediatamente y con eficacia la belleza y la potencia de
lo "sagrado".
P.
¿Cómo explica el hecho de que sobre todo en los países anglosajones, pero
también en Brasil, sean especialmente los jóvenes los más atraídos por el rito
tradicional?
R.
En los países anglosajones sucede un fenómeno significativo: no son pocos los
jóvenes que procedentes de varias denominaciones protestantes adhieren al
Catolicismo y aman la Misa "tridentina" porque en ella encuentran lo
que, movidos por la gracia de Dios, buscaban:
la naturaleza sacrificial de la Misa, el papel insustituible del sacerdocio ordenado,
la fe en la presencia real y en la transubstanciación. Por otra parte, perciben
en la Misa Tridentina una verdadera y propia suma de la fe católica a la que
han dado su apoyo con entusiasmo y, a veces, soportando obstáculos e
incomprensiones.
P.
En relación al clero, se encuentran mucho más fácilmente sacerdotes de entre 30
a 40 años dispuestos a celebrar el rito tridentino que sacerdotes de entre 50 a
60. ¿Cómo es eso?
R.
Los sacerdotes que hoy tienen entre 50 y 70 años se formaron en los años del
postconcilio, cuando existía una cierta sospecha, por no decir una verdadera y
propia hostilidad, hacia la Tradición, y se buscaba, en la teología y en la
pastoral, un "novum" concebido ingenuamente como un "bonum".
Están, por tanto, psicológicamente bloqueados hacia lo que consideran un
"retorno al pasado". En las generaciones más jóvenes, especialmente
entre aquellos seminaristas y jóvenes que han seguido con alegría la enseñanza
del Papa Benedicto XVI, este prejuicio no existe, porque no han vivido ni los
años del Concilio ni las primeras décadas que le siguieron. Para algunos de
ellos, la Tradición es un recurso, un "regreso al futuro", si se me
permite el oxímoron.
P. En una reciente conferencia usted habló de
"minorías creativas" en relación a los grupos de fieles que se organizan
para pedir a los párrocos celebrar con el Vetus Ordo y ha recordado que las
reformas, también litúrgicas, han comenzado a veces de pequeñas comunidades
monásticas.
R.
El concepto de "minoría creativa" ha sido valorizado por el entonces
Cardenal Ratzinger para describir grupos de personas que, con sus fuertes
motivaciones, su testimonio de vida, a veces con su organización, y sobre todo
con su adhesión a un pensamiento "fuerte", inspirado en los valores
del humanismo cristiano, los "principios no negociables", pueden
regenerar desde dentro la sociedad corroída por la "dictadura del
relativismo", un poco como las antiguas comunidades monásticas han salvado
y renovado de modo creativo la civilización romana en su crepúsculo. En el
fondo, "minoría creativa" es un concepto cercano a la categoría
bíblica de "pequeño resto", aquellos pocos que, a causa de su
fidelidad a Dios, se vuelven un instrumento de su acción redentora. Incluso en
las épocas más oscuras de la historia, Dios, en su providencia, siempre suscita
la presencia de personas piadosas y buenas, humildes y valientes.
P.
Después del Motu Proprio Summorum Pontificum de Benedicto XVI piensa que el
clima esté cambiando y que, al menos en Italia, la difusión del rito romano antiguo
ocurra con mayor dificultad?
R.
No estoy en condiciones de establecer un "ranking" nacional de
resistencia al Motu Proprio. Ciertamente, miembros del clero y conocidos prelados
en Italia no han ocultado su oposición a Summorum Pontificum. Pero séame permitido
decir que, no pocas veces, gentes que expresan su desacuerdo con la Misa tridentina
tienen un conocimiento superficial y contestan un documento pontificio sin
haberlo leído nunca en su totalidad.
P.
Para tantos católicos desorientados por la agresión de la cultura laicista y por
la desacralización, ¿piensa que el retorno de la Misa tridentina sea una
esperanza?
R.
¡Indudablemente! En torno a esta noble forma litúrgica, realmente culmen et
fons (culmen y fuente), fieles laicos y sacerdotes organizan su propia vida
espiritual. Sacan los tesoros de la gracia divina y encuentran, como puedo
constatar sobre todo entre los fieles laicos, un alimento sólido para
corroborar la propia fe y dar un testimonio valiente, en un ambiente que tiende
a marginar el Cristianismo y su incidencia social, con los resultados de volver
el mundo, justo por su indiferencia y hostilidad a Dios, menos humano y misericordioso, como
nos lo recuerda el Papa Francisco.
Fuente: Lettera Napoletana, en www.summorumpontificum.org/2014/09/don-roberto-spataro-la-messa-tridentina-difende-il-senso-del-sacro/jueves, 2 de octubre de 2014
LOS ÁNGELES CUSTODIOS, ESCOLTAS Y AMIGOS
Así
responde Santo Tomás de Aquino a la cuestión sobre la conveniencia de que a todo
hombre le sea dado un ángel custodio:
“El hombre se encuentra
en la vida presente como en un camino por el que ha de marchar hacia su patria.
En este camino le amenazan muchos peligros, tanto interiores como exteriores,
según aquello del salmo 141, 4: En la
senda por donde voy me han escondido una trampa. Por eso, así como a los
que van por caminos inseguros se les pone guardias, así también a cada uno de
los hombres, mientras camina por este mundo, se le da un ángel que le guarde.
Pero cuando haya llegado al término de este camino, ya no tendrá ángel
custodio, sino que tendrá en el cielo un ángel que con él reine, o en el
infierno un demonio que le torture” (S. Th.,
I, q.113, a.4 c).
Y
hoy mismo, festividad de los Santos Ángeles Custodios, el Papa Francisco ha
recordado esta doctrina de fe, expresión de la exquisita delicadeza con que la Providencia Divina cuida de sus criaturas, y ha formulado algunas peguntas para despertar en los fieles esta
antiquísima devoción: “Hoy, haría la
pregunta: ¿cómo es mi relación con el ángel custodio? ¿Lo escucho? ¿Le digo
buen día, a la mañana? ¿Le digo: ‘custódiame durante el sueño?’.¿Hablo con él?
¿Le pido consejo? Él está a mi lado. Esta pregunta podemos responderla hoy,
cada uno de nosotros: ¿Cómo es mi relación con este ángel que el Señor ha
enviado para custodiarme y acompañarme en el camino, y que ve siempre el rostro
del Padre que está en los cielos?” (Papa Francisco, Homilía en Santa Marta,
2.X.2014).
miércoles, 1 de octubre de 2014
TERESA DE LISIEUX Y SU ASCENSOR AL CIELO
Teresita
de Lisieux, siempre consciente del abismo que la separaba de los grandes
santos, nunca perdió la esperanza de encontrar un camino corto que la condujera
pronta y fácilmente a la fascinación por Cristo, que era todo su anhelo. Dos
textos de la Escritura le mostrarán el camino que buscaba: Si alguno es pequeño, que venga a mí (Prov 9, 4); Como una madre
acaricia a su hijo, así yo os consolaré, os llevaré en mi regazo y os meceré
sobre mis rodillas (Is 66, 13). Y de pronto se abre ante sus ojos todo el
camino de la infancia espiritual: hacerse niña delante de Dios para que sea Él quien
haga las cosas, tal como un buen padre o una buena madre le hacen todo a sus
hijos pequeños y desvalidos. He aquí su propio testimonio: “Sabéis, Madre mía, que siempre he deseado ser santa. Pero ¡ay!,
cuantas veces me he comparado con los santos siempre he comprobado que entre
ellos y yo existe la misma diferencia que entre una montaña cuya cima se pierde
en los cielos y el oscuro grano de arena que a su paso pisan los caminantes.
Pero en vez de desanimarme, me he dicho a mí misma:
Dios no podría inspirar deseos irrealizables; por lo tanto, a pesar de mi
pequeñez, puedo aspirar a la santidad… Pero quiero hallar el modo de ir al
cielo por un caminito muy recto, muy corto, por un caminito del todo nuevo.
Estamos en el siglo de los inventos. Ahora no hay que tomarse ya el trabajo de
subir los peldaños de una escalera; en las casas de los ricos el ascensor la
suple ventajosamente. Pues bien, yo quisiera encontrar también un ascensor para
elevarme hasta Jesús, pues soy demasiado pequeña para subir la ruda escalera de
la perfección”.
Es
entonces cuando lee y medita los textos de la Sagrada Escritura citados arriba
y exclama inundada de gozo: “¡Ah, nunca
palabras más tiernas, más melodiosas, me alegraron el alma! ¡El ascensor que ha
de elevarme al cielo son vuestros brazos, oh Jesús! Por eso, no necesito
crecer, al contrario, he de permanecer pequeña,
empequeñecerme cada vez más” (Ms C Fol. 2v°).
sábado, 27 de septiembre de 2014
BEATO ÁLVARO DEL PORTILLO, UN ALMA EUCARÍSTICA
Como homenaje al Beato Álvaro Del Portillo, nueva estrella que Dios se ha dignado encender en el
firmamento de su Iglesia, transcribo algunos textos suyos que manifiestan la hondura de su amor por la Misa y el Sagrario.
“Toda nuestra vida, nuestros pensamientos y nuestras
palabras, nuestras obras y nuestros deseos, han de ser para el Señor
Sacramentado”.
“Un alma de fe reconoce en el Sacrificio del altar el
portento más extraordinario que se lleva a cabo en este mundo nuestro. Asistir
a la Misa –para los sacerdotes celebrarla-, significa tanto como desligarse de
los lazos caducos de lugar y tiempo, propios de nuestra condición humana, para
situarnos en la cima del Gólgota junto a la Cruz donde Jesús muere por nuestros
pecados, participando activamente en su Sacrificio redentor”.
“Sólo de Jesucristo escondido en el Sagrario provienen los
verdaderos frutos de apostolado”.
“Pidamos perdón a la Trinidad Beatísima por nuestras negligencias
pasadas y, amparándonos en la intercesión de nuestro santo Fundador, y
siguiendo su ejemplo, hagamos el propósito de vivir el Santo Sacrificio, como trabajo
de Dios: un trabajo que absorbe, que encanta, que cuesta, que agota, porque
requiere que pongamos en esa acción divina nuestros sentidos y potencias, todo
nuestro ser”.
“No hay nada que se pueda comparar en esta tierra a la unión
con Cristo en el Sacrificio del altar”.
“Mientras no se trate con más amor al Señor en este
Sacramento adorable, la Iglesia no superará estos momentos de dura prueba”.
lunes, 22 de septiembre de 2014
PIEDRAS QUE CANTAN A DIOS
G.
K. Chesterton veía en la maravillosa grandeza de las catedrales medievales un
cumplimiento cabal de lo vaticinado por Jesucristo, cuando cabalgaba triunfante
hacia Jerusalén: “Os digo que si éstos callan gritarán las piedras” (Lc 19,
40). En efecto, “Cristo -dice Chesterton- profetizó la arquitectura gótica
aquél día en que las gentes educadas y
respetables protestaron contra la algazara de los haraganes que le aclamaron en
Jerusalén… Y así se alzaron, como ecos clamorosos de aquellos vítores, las
fachadas de las catedrales medievales, pobladas de caras chillonas y de bocas
abiertas. Y así, gritando las piedras, se pudo cumplir la profecía”. (Cf Ciudadano Chesterton. Una antropología escandalosa, Ed. Palabra, Madrid 2111,
p. 111).
Un estudioso del arte gótico ha escrito: “Lancemos una mirada sobre
una catedral gótica. Veremos, por decirlo así, un movimiento vertical
petrificado, en el cual la ley de la gravedad parece anulada. Veremos un
movimiento de inaudita fuerza, dirigido hacia arriba, opuesto a la natural
dirección de la gravedad pétrea. No hay muros; no hay masas que nos den la
impresión de realidad firme y material. Mil fuerzas particulares nos hablan,
sin dejar que nos demos cuenta de su materialidad, actuando como heraldos de
una expresión inmaterial, de un movimiento irreprimido de ascensión. En vano
buscamos una indicación —necesaria para nuestro sentimiento— que aluda a la
relación entre carga y fuerza. Dijérase que aquí no hay carga. Sólo percibimos
fuerzas, fuerzas libres, irreprimidas, fuerzas que se lanzan a lo alto con
indecible aliento. Es bien claro que aquí la piedra ha quedado despojada de su
peso material, que aquí la piedra sustenta una expresión insensible,
incorpórea, que aquí la piedra está como desmaterializada.” (W. Worringer, La
esencia del estilo gótico, Buenos Aires 1973).
Dicho con otras palabras, en las catedrales góticas las piedras se hacen
música, se vuelven canto gregoriano. El Papa Benedicto XVI también ha dicho que el templo
gótico invita hacia lo alto porque “la unidad de una catedral gótica, como es sabido, no es la unidad
estática de un templo clásico, sino una unidad nacida de la tensión dinámica de
diferentes fuerzas que empujan la arquitectura hacia arriba, orientándola hacia
el cielo” (Homilía en la Catedral de San Patricio, Nueva York 19 de abril
de 2008). El templo contemporáneo, en cambio, muchas veces no eleva, simplemente
ensancha.
domingo, 14 de septiembre de 2014
50 AÑOS DE UNA CONCELEBRACIÓN
El
14 de septiembre de 1964, fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, se iniciaba
en Roma la tercera sesión del Concilio Vaticano II. Una novedad de esta tercera
etapa conciliar sería su misa de inicio: una solemne concelebración -la primera- en
el altar de la Basílica vaticana presidida por el Papa Pablo VI, acompañado de
24 concelebrantes de las más variadas partes del mundo. Una ceremonia hasta
entonces casi desconocida y que venía a representar como un primer estreno de
la reforma litúrgica en marcha.
El joven sacerdote español, José Luis Martín Descalzo, entonces corresponsal de prensa en la asamblea conciliar, nos ha dejado un sorprendente relato de sus
impresiones sobre tal acontecimiento. Con el entusiasmo tan propio del clero de
aquella década, escribe: “¡Dios Santo, y que hubiéramos perdido esta maravilla!
Cierro los ojos-ahora que es de noche- y veo aparecer en mi imaginación la
blanca mesa cuadrada. En torno a ella tienden sus manos 25 hombres, dicen al
unísono las mismas palabras, hacen un único milagro, son una única Iglesia.
¡Dios mío, y que hubiéramos perdido este prodigio!”. A juzgar por los
testimonios gráficos hoy disponibles y cierta objetividad que suele dar el paso del
tiempo, debo confesar que tal celebración está muy lejos de suscitar en mí las
emociones vividas por el padre Martín Descalzo y narradas con candor casi
infantil. En efecto, ese círculo que se cierra sobre sí mismo en torno al
altar-mesa, ¿no era quizá la expresión litúrgica de una Iglesia que comenzaba a mirarse demasiado a sí misma? En todo caso, aun reconociendo el
impacto emocional de quienes vivieron ese momento, la Eucaristía así celebrada
–con la perspectiva de medio siglo transcurrido- me parece escasa en belleza litúrgica y pobre de sentido sagrado.
Entrada inspirada en www.germinansgerminabit.org. Capítulo
23: Olor a Jueves Santo (22/05/2010)
sábado, 13 de septiembre de 2014
SAN JUAN CRISÓSTOMO, CUANDO EL AMOR VENCE AL TEMOR
“Muchas son las olas que nos ponen en
peligro, y una gran tempestad nos amenaza: sin embargo, no tememos ser
sumergidos porque permanecemos de pie sobre la roca. Aun cuando el mar se
desate, no romperá esta roca aunque se levanten las olas, nada podrán contra la
barca de Jesús. Decidme, ¿qué podemos temer? ¿La muerte? Para mí la vida es Cristo, y una ganancia el morir. ¿El destierro? Del Señor es la tierra y cuanto la llena.
¿La confiscación de los bienes? Sin nada
vinimos al mundo, y sin nada nos iremos de él. Yo me río de todo lo que es
temible en este mundo y de sus bienes. No temo la muerte ni envidio las
riquezas. No tengo deseos de vivir, si no es para vuestro bien espiritual. Por
eso, os hablo de lo que sucede ahora exhortando vuestra caridad a la confianza.
¿No has oído aquella palabra del Señor:
Donde dos o tres están reunidos en mi
nombre, allí estoy yo en medio de ellos? Y, allí donde un pueblo numeroso
esté reunido por los lazos de la caridad, ¿no estará presente el Señor? Él me
ha garantizado su protección, no es en mis fuerzas que me apoyo. Tengo en mis
manos su palabra escrita. Este es mi báculo, ésta es mi seguridad, éste es mi
puerto tranquilo. Aunque se turbe el mundo entero, yo leo esta palabra escrita
que llevo conmigo, porque ella es mi muro y mi defensa. ¿Qué es lo que ella me
dice? Yo estoy con vosotros todos los
días, hasta el fin del mundo.
Cristo está conmigo, ¿qué puedo temer?
Que vengan a asaltarme las olas del mar y la ira de los poderosos; todo eso no
pesa más que una tela de araña. Si no me hubiese retenido el amor que os tengo,
no hubiese esperado a mañana para marcharme. En toda ocasión yo digo: «Señor,
hágase tu voluntad: no lo que quiere éste o aquél, sino lo que tú quieres que
haga.» Éste es mi alcázar, ésta es mi roca inamovible, éste es mi báculo
seguro. Si esto es lo que quiere Dios, que así se haga. Si quiere que me quede
aquí, le doy gracias. En cualquier lugar donde me mande, le doy gracias también”.
(De las homilías de san Juan Crisóstomo,
obispo. Homilía antes de partir al exilio, 1-3: PG 52, 427*-430)
viernes, 12 de septiembre de 2014
UN ENCUENTRO CON LA MISA TRIDENTINA
En
un simpático y sugerente artículo, La
Misa no ha terminado, Deo gratias, publicado en La Nuova Bussola Quotidiana, el escritor italiano Rino Cammilleri nos cuenta, en medio de graciosos recuerdos, la impresión que le ha causado su reciente encuentro con la liturgia tradicional, en la pequeña iglesia de su pueblo veraniego. Un
texto para disfrutar y pensar.
LA MISA NO HA TERMINADO, DEO GRATIAS
por Rino Cammilleri
Declaro
que en lo que voy a decir no hay ninguna intención de polemizar, porque las
disputas intraeclesiales no me apasionan. Más bien me molestan. Son cosas de
sacerdotes, en la que los laicos, en mi opinión, mientras menos abran la boca,
mejor. Con demasiada frecuencia los sacerdotes se comportan como si la Iglesia
fuera "cosa suya" y responden enojados cuando se les critica. Desde
hace cincuenta años, es decir desde los tiempos del Concilio, que el clero se
llena la boca con el famoso "papel de los laicos", pero luego, a fin
de cuentas, el papel de los laicos lo querrían siempre así: de rodillas,
obedientes y abiertas las carteras.
Tengo
ahora una cierta edad y confieso que, cuando oigo hablar o leo sobre disputas
acerca del Concilio cambio de canal o de página o hago clic en cualquier otra
cosa. Dígase lo mismo para la Misa, si nuevo rito o rito antiguo, si rito
extraordinario, si progresismo o tradicionalismo. Serán los años, pero estoy
cansado desde hace tiempo. Cuando mi abuelo tenía la edad que yo tengo ahora y
era un niño, solía decirme siempre: mantente lejos de los sacerdotes; hónralos,
reveréncialos y salúdalos por la calle,
besa su mano (entonces se usaba) y asiste a Misa, pero no te mezcles con ellos.
Con sorpresa, convertido en escritor, me di cuenta de que el Padre Pío era de
la misma opinión. No soportaba a los laicos que zumbaban alrededor de las
sotanas: entonces se llamaban "beatos", hoy "comprometidos en la
pastoral." El santo decía, con su acostumbrada brusquedad: "o dentro
o fuera." Es decir, si te gusta el ambiente, entra en el clero, si no, sal
de la sacristía y sé de verdad un laico.
La
experiencia es aquella cosa que cuando ya la has hecho, notas que es demasiado
tarde. De hecho, hoy sé –por experiencia- que, tanto mi abuelo (hombre muy
religioso) como el Padre Pío (santo, asceta y místico) tenían razón. Ambos
pasaron sus apuros por culpa del clero: las vicisitudes del Padre Pío son
conocidas (reléase mi libro La vida del
Padre Pío, Ed. Piemme, reimpreso varias veces), y mi abuelo (que era
comerciante) salió medio arruinado económicamente por haberse fiado de unos
sacerdotes en un negocio. Dicho todo esto, voy
al grano.
Desde
hace muchos años que en mi mente la Misa dominical está asociada a una hora de
martirio que con gusto preferiría evitar. Tedio. Tristeza. Homilías banales e
interminables. Cancioncillas pop con
letra estúpida. Agotadoras y retóricas invocaciones al Padre eterno que
terminan con un "escúchanos Señor". Sudorosos signos de paz. Ridícula
mini procesión para llevar "los dones" al altar. Avisos parroquiales
kilométricos para escuchar de pie antes de la bendición final (es decir,
abusivamente incorporados en la liturgia). Un "Demos gracias a Dios",
que es (para mí) un grito de alivio antes de salir -¡finalmente!- para ver las
estrellas. Repito: ningún afán de polémica. Solo se trata de mis personales
sensaciones.
Ahora,
sin embargo, he descubierto que en la pequeña ciudad sobre el Lago Maggiore, donde suelo pasar el verano
hay un sacerdote que dice la Misa antigua. Una sola, el sábado por la tarde.
Fui allí por curiosidad. Sí, porque cuando regía el viejo rito no solía ir, así
que para mí era una verdadera novedad. Asombro: el celebrante hacía casi todo
el solo, los asistentes debían "responder" en raras ocasiones. Silencio.
El centro de todo era el tabernáculo, no
el show del sacerdote. Uno, en un rincón, entonaba los antiguos himnos
en latín y -sorpresa- alguna cosa me derretía por dentro. No me daba cuenta del
paso del tiempo, me encontraba atento y concentrado como nunca, realmente
estaba “participando”. Salí incluso traspasado por un sentido de lo sagrado que
nunca antes había experimentado. Había a disposición unos libros para seguir la
Misa, aquellos con cintas de color rojo para señalar las páginas. Yo no entendía
mucho, pero -otra sorpresa- una bengalesa sentada a mi lado, captando mi
dificultad, comenzó a indicarme los pasos correctos.
¡Una
bengalesa! El 5 de agosto, una lectora romana me escribió contándome de la Misa
a la que había asistido por la mañana en la Basílica de Santa María La Mayor.
Cada año, en el aniversario de la fiesta, se celebra solemnemente en latín.
Escribe la lectora: "Me encontré cantando y respondiendo junto a una
pareja de jóvenes alemanes y dos negras americanas que conocían a la perfección
las partes de la misa en latín, tanto rezadas como cantadas; lo mismo me
sucedió hace años con unos japoneses; y este es un modo verdaderamente
conmovedor de sentir y experimentar la catolicidad de la Iglesia". Desde
luego: para «ponerse al día» con los años sesenta -del siglo pasado- la Iglesia
renunció a su lengua sagrada (mientras que el judaísmo y el islamismo mantienen
rigurosamente la suya). El resultado de lo que Vittorio Messori definió en una
entrevista como "un golpe clerical" es que si recorro, que sé yo,
España, tengo que asistir a Misas en catalán, castellano, euskera y así
sucesivamente.
En
el turista católico con dificultad advierto a un hermano y la
"catolicidad" de la que hablaba la lectora se convierte en teoría, no
en un sentimiento palpable. Perdón, pero nosotros también estamos hechos de
cuerpo. En aquella pequeña iglesia en el Lago Maggiore he visto a un sacerdote que llevaba a Dios las oraciones
del pueblo que estaba detrás de él en religioso (es el caso de decirlo) recogimiento.
Naturalmente –me ha contado después- se ha enemistado con el obispo y con todos
los colegas de la diócesis a causa de su obstinación –llamada de
"lefebvriana"- de querer
celebrar una (¡solo una!) Misa a la semana según el motu proprio de Benedicto
XVI. Pero tranquilos, cuando haya terminado el verano y esté de regreso en la
ciudad no tengo ninguna intención de recorrer kilómetros para ir a buscar una
Misa de rito "extraordinario" (sic!). Ofreceré, como siempre, mi pena
dominical al Señor en la parroquia acostumbrada, en descargo de mis pecados.
Traducción:
El Búho Escrutador
Versión
original en italiano: La Nuova Bussola Quotidiana
Otra
versión en español: Religión en Libertad