En
un texto poco conocido pero de profunda densidad metafísica, Santo Tomás nos
ofrece una admirable fundamentación ontológica de la religión. Por el hecho
mismo de ser creatura, el hombre no puede entenderse sino como “ligado” a su Creador, fuente originaria de su ser, y en tensión permanente hacia Él.
“Para
poder conocer la naturaleza de la religión, indaguemos el origen de su nombre.
El nombre de religión, como parece indicar Agustín en el libro “De la religión verdadera”, ha sido
tomado de ‘religar’. Ahora bien, en sentido propio se dice que ‛está ligado’
aquello que está sujeto de tal manera a una cosa que su libertad de separarse
de dirección de otras cosas queda suprimida. Pero ‛religazón’ (religatio)
implica una nueva ligazón (ligatio), e indica que algo está otra vez ligado a
aquello a lo que estuvo unido primeramente y de lo cual comenzó luego a
separarse. Y puesto que toda criatura existía en Dios antes de existir por sí
misma y de haber salido de Dios, y comenzó en cierto modo a estar separada de
Él según su esencia en virtud de la creación, por eso es que la criatura
racional debe ser religada a Dios mismo, para que de ese modo “los ríos
reviertan al lugar de donde fluyeron” (Eccl. I 7). Y por eso dice Agustín en “De la religión verdadera”: ‛la religión
nos religa al Dios omnipotente’.”
Santo
Tomás de Aquino, Contra impugnantes Dei
cultum et religionem, Prol. Cap. 1, 1.
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