Ayer
se conmemoró el centenario de la muerte de San Pio X, el humilde y fuerte
soldado de Cristo que condujo la Barca de Pedro entre los años 1903-1914. Hoy a su
vez celebramos su fiesta litúrgica. Como homenaje a este gran Pontífice de la
Iglesia recojo a continuación el extracto final, a modo de piadosa súplica, del
discurso que el Papa Pio XII pronunció el día de su canonización, sábado 29 de
mayo de 1954.
Retrato del papa San Pio X (1911) del pintor chileno Fray Pedro Subercaseaux
“Sí,
oh San Pío X, gloria del sacerdocio, esplendor y decoro del pueblo cristiano; tú,
en quien la humildad pareció hermanarse con la grandeza, la austeridad con
la mansedumbre, la piedad sencilla con la doctrina profunda; tú, pontífice de
la Eucaristía y del catecismo, de la fe íntegra y de la firmeza inquebrantable;
vuelve tu mirada hacia la Iglesia santa, a la que tu tanto amaste y a la que
ofreciste lo mejor de los tesoros, que con mano pródiga, la divina Bondad
depositó en tu alma; obtén para ella la
incolumidad y la constancia en medio de las dificultades y persecuciones de nuestro tiempo; socorre a esta
pobre humanidad, cuyos dolores tan
profundamente te afligieron y que al final detuvieron los latidos de tu gran
corazón; haz que en este mundo agitado triunfe aquella paz, que debe de ser armonía
entre las naciones, acuerdo fraterno y sincera colaboración entre las clases
sociales, amor y caridad entre los hombres, de manera que aquellas ansiedades
que de tal modo consumieron tu vida apostólica, se vuelvan, gracias a tu
intercesión, una feliz realidad, para gloria de Nuestro Señor Jesucristo, que
con el Padre y el Espíritu Santo vive y reina por los siglos de los siglos. Así
sea”.
Fuente: vatican.va
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