«¡Oh Madre de piedad y de misericordia,
que asististe como compaciente y corredentora a tu dulcísimo Hijo cuando, en el
ara de la cruz, consumaba la redención del mundo…, te rogamos que conserves y
aumentes cada día en nosotros los preciosos frutos de la redención y de tu
compasión!» (Pio XI, L’Osservatore Romano, 29/IV/1935).

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