Hace 17 años el Papa Benedicto XVI ponía generosamente al alcance de todos el rico tesoro del misal de San Pio V. Hoy, por el contrario, muchos quieren volver a enterrarlo -es demasiado seductor-, o simplemente permitirlo como golosina para grupos acotados que, como niños caprichosos, se obstinan en reclamarlo. Benedicto XVI, inteligente y visionario como pocos, percibió desde un primer momento que la prohibición del rito antiguo ponía en entredicho la misma fidelidad de la reforma a la tradición litúrgica plurisecular de la Iglesia. Por eso siempre se opuso a la restricción del viejo misal. Pocos meses antes de la publicación del motu proprio Summorum Pontificum y muy en sintonía con el Papa, Dom Christopher Zielinski OSB, comentaba que «el rito antiguo se convierte en un tesoro vivo de la Iglesia y proporciona también un criterio de devoción, de misterio y de catequesis hacia el que deberían encaminarse las celebraciones del Novus Ordo. En otras palabras, la misa tridentina es el eslabón perdido; y hasta que no sea redescubierta en toda su fiel verdad y belleza, el Novus Ordo no se ajustará al crecimiento orgánico y al cambio natural que ha caracterizado a la liturgia desde sus inicios».* Es exactamente lo que buscaba el Papa Ratzinger; a su vez, intentaba crear una atmósfera de mutua comprensión que fortaleciera la reconciliación al interior de la Iglesia. El gran Benedicto, que ya goza del esplendor de la liturgia celestial, nos ayude a hacer fructificar su valioso legado doctrinal y litúrgico.
*Cf introiboadaltaredei.wordpress.com /2007/05/
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