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Oh Adonai, Señor, jefe de la casa de Israel, que te apareciste a Moisés en la llama de la zarza que ardía, y le diste la ley en el monte Sinaí; ven a redimirnos con la fuerza de tu brazo. (Antífona del 18-XII)
«¡Oh soberano Señor, Adonai! ven a rescatarnos, no con tu poder, sino con tu humildad. Antiguamente te apareciste a tu siervo Moisés en medio de una santa llama; diste la ley a tu pueblo entre rayos y truenos: ahora no se trata de amedrentar sino de salvar. Por eso, conocedores tu purísima Madre María y su esposo José del edicto del Emperador que les obliga a emprender el camino de Belén, ocúpanse de los preparativos de tu próximo Nacimiento. Dispone ella, oh Sol divino, los humildes pañales que han de cubrir tu desnudez, y que en este mundo creado por ti te protegerán contra el frío, cuando aparezcas en medio de la noche y del silencio. Así es como nos has de librar de la servidumbre del orgullo, así como se dejará sentir tu brazo poderoso, aunque parezca débil e inútil a los ojos de los hombres. Todo está dispuesto, oh Jesús, tus pañales te esperan: sal pues cuanto antes y ven a Belén, para rescatarnos del poder de nuestros enemigos» (Dom Guerenger, Ibid., p. 635-636).
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Adonai, canto y partitura: www.youtube.com
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