En
su comentario al capítulo 10 del Evangelio de San Juan, el Doctor Angélico nos
ha dejado un espléndido bosquejo del oficio del buen pastor: conocer y tratar familiarmente
a sus ovejas, una a una; protegerlas y separarlas de la compañía de los impíos;
nutrirlas y prepararlas para la misión apostólica; caminar delante de ellas con
el buen ejemplo para conducirlas a la vida eterna.
***
«L
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lama
a sus ovejas por sus nombres». Aquí el Evangelista señala cuatro actos del buen
pastor.
Primero,
que conoce sus ovejas. De donde dice que llama a sus propias ovejas por su
nombre (nominatim) mostrando así conocimiento
y familiaridad con las ovejas. En efecto, llamamos por el nombre a quienes
conocemos familiarmente. De aquí la palabra dicha por Dios a Moisés (Ex 33, 17): «Yo te conozco por el nombre».
Lo que es muy pertinente al oficio de buen pastor, según aquello de Proverbios (27,
23): «Considera diligentemente el rostro de tu ganado». Y esto conviene a
Cristo según el conocimiento del presente, y más aún según el de la eterna
predestinación, en el que conoce hasta por el nombre desde la eternidad. De aquí
las palabras del salmista (146, 4): «El enumera
la multitud de estrellas y a todas llama por sus nombres»; y san Pablo afirma (2 Tm
2, 19): «Dios conoció a los que son suyos».
La
segunda acción del pastor consiste en sacar fuera las ovejas, esto es, segregarlas
de la compañía de los impíos. «Los sacó de las tinieblas y de la sombra de
muerte» (Sal 106. 14).
En
tercer lugar, luego de haberlas segregado de los impíos y conducidas al aprisco,
de nuevo las conduce fuera del establo. En primer lugar, por la salvación de
los otros, como señala el oráculo de Isaías (66, 19): «De los que fueren
salvados los enviaré hacia Lidia...». O como se lee en Mt 10, 16: «He aquí que os envío como ovejas en medio de lobos», es
decir, para que de los lobos hagáis ovejas. Segundo, para encaminarlas por el camino
de la salvación eterna: «Para dirigir nuestros pasos en el camino de la paz» (Lc 1, 79).
En
cuarto lugar, el pastor precede a las ovejas con el ejemplo de la buena
conducta, por donde se dice que «va delante de ellas y las ovejas le siguen».
En el pastor del ganado esto no sucede, sino más bien es el pastor quien sigue
a las ovejas, como señala el texto del salmo (77, 70) «Lo tomó de los recién nacidos».
Pero el buen pastor va delante de ellas con el buen ejemplo. «Apacentad la grey
de Dios... no como dominadores sobre la heredad, sino sirviendo de ejemplo al
rebaño» (1 Pt 5, 3). Ahora bien, Cristo va delante de ellas en
una y otra manera, porque sufrió el primero la muerte por la enseñanza de la verdad.
De aquí sus palabras: «Si alguien quiere venir detrás de mí, niéguese a sí
mismo, y tome su cruz y sígame» (Mt
16, 24). También él nos ha precedió a todos hacia la vida eterna, según la
profecía de Miqueas (2, 13): «Ascendió
abriendo camino delante de ellos» (Santo Tomás de Aquino, Comentario al Evangelio de San Juan, c.
10, lec. 1, nº 1374).
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