Cómo el mundo occidental
perdió realmente a Dios (How the
West Really Lost God), es el título de un interesante libro de Mery Eberstadt,
reconocida crítica cultural en los EE.UU., donde analiza las mutuas incidencias
entre familia y religión, particularmente la cristiana. La tesis que la autora
defiende con solidez consiste en mostrar “que el proceso de secularización no
se ha entendido correctamente porque no ha tenido en cuenta este «factor
familia»: el efecto activo que la participación en la propia familia parece
tener sobre la fe y la práctica de la religión” (p. 37). Con estas páginas la
autora desea dejar en claro “que familia y fe son la invisible hélice de la
sociedad: dos espirales que, unidas, pueden reproducirse de manera efectiva,
pero cuya fuerza y en cuyo impulso dependen la una de la otra” (p.39). Si hay
una religión donde el factor familia parece esencial es la cristiana, sostiene
Eberstadt, porque en su corazón se encuentra precisamente una familia, la
Sagrada Familia: Jesús María y José.
Interpretando
el pensamiento de la autora y conduciéndolo a un extremo, me atrevería a proponer
esta consideración: si la respuesta a la inquietante pregunta del Evangelio “cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará
fe sobre la tierra?” (Lc 18, 8)” fuese
un decidido no, la razón de tal desgracia –de ser concebible- habría que buscarla
en la casi total extinción de la familia natural o tradicional de la faz de la
tierra.
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