Hoy,
fiesta de San Benito Abad, recojo un par de párrafos del Papa Benedicto XVI
tomados de la Audiencia que dedicó a su santo Patrono. San Benito, al igual que
otros muchos santos fundadores, sabía que todo auténtico servicio a la Iglesia debe
comenzar por una profunda renovación del corazón. Además, su inolvidable
máxima: Christo omnino nihil præponant, no antepongan nada
absolutamente a Cristo, es la senda segura para resguardar el culto y la alabanza
a Dios del antropocentrismo que nos acecha.
"El
período que pasó en Subiaco, un tiempo de soledad con Dios, fue para san Benito
un momento de maduración. Allí tuvo que soportar y superar las tres tentaciones
fundamentales de todo ser humano: la tentación de autoafirmarse y el deseo de
ponerse a sí mismo en el centro; la tentación de la sensualidad; y, por último,
la tentación de la ira y de la venganza".
"San
Benito estaba convencido de que sólo después de haber vencido estas tentaciones
podía dirigir a los demás palabras útiles para sus situaciones de necesidad. De
este modo, tras pacificar su alma, podía controlar plenamente los impulsos de
su yo, para ser artífice de paz a su alrededor. Sólo entonces decidió fundar
sus primeros monasterios en el valle del Anio, cerca de Subiaco". (Benedicto XVI, Audiencia general, miércoles
9 de abril de 2008)
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