Con
el título La Misa tridentina favorece el
recogimiento interior, el blog italiano cordialiter ha
publicado una interesantísima carta entre otras cosas por su valor
testimonial. En ella un joven agradece el trabajo de cordialiter en la difusión
de los valores tradicionales y siempre actuales de la Iglesia, y cuenta con gran
sencillez cómo su encuentro con la liturgia tradicional le ha devuelto el
entusiasmo de asistir a misa. Ofrezco a continuación la traducción castellana
de algunos párrafos de esta carta, que me parecen dignos de una lectura atenta
tanto de jóvenes y viejos, como de sacerdotes y Obispos que a veces no logran superar
sus injustificados reparos a la hora de permitir la difusión de este tesoro
litúrgico que nos devolvió el gran Benedicto XVI y acaba de confirmar el gran
Francisco I.
Estimado Cordialiter,
“…Quisiera
también agradecerte por tu contribución a reavivar el interés de los jóvenes
por la misa de siempre. Y a este propósito quiero escribirte algo sobre mi
experiencia al encontrarme con la liturgia antigua. Tuvo lugar en un momento de
mis estudios universitarios, hace unos años, después que había abandonado
durante más de un año, la asistencia a la misa dominical. La razón de mi
abandono fue el tedio, el cansancio por la repetición de palabras que entonces
se me presentaban vacías y que había sentido casi siempre iguales, todos los
domingos hasta ese momento. Luego me tomé un "período de reflexión"
en el que, aún consciente de la importancia de mi fe, no obstante se me hiciera
fatigoso sentirla, me puse a leer muchos libros, buscando argumentos que
hubiesen resuelto aquellas dudas sobre la fe que nadie se había tomado la
molestia en disipar. Una de las cosas que no podía soportar era la actitud de "una de cal y otra de arena",
que parecía brillar en diversos discursos de algunos hombres de Iglesia. Otra
cosa que no entendía era el hecho de que muchos sacerdotes, ya escasos en
número y frecuentemente incomprendidos por la sociedad, no perdieran las ocasiones
de criticarse entre sí. Finalmente
toleraba mal la tendencia de varios sacerdotes a una “exquisitez verbal", es decir, su tendencia a hablar demasiado
y escuchar poco, hasta el punto de que varios años antes había abandonado la
dirección espiritual para evitar ser aturdido por discursos, que por muy bien
hechos que fueran, ahora me sentaban como una torta demasiado dulce. En
resumen, me decidí a buscar la dirección espiritual en la lectura.”
“Hubo
varios autores que me ayudaron muchísimo; el primero es el cardenal Giacomo
Biffi, con su estilo ortodoxo y humorístico a la vez, que no se frenaba de ser
punzante. Después Vittorio Messori, entre los que viven; Chesterton y Guareschi
entre los autores del pasado. Finalmente, tuve la suerte de poder frecuentar en
la ciudad donde estudiaba, una misa tridentina celebrada por un sacerdote muy
amante de la liturgia, así como del buen arte y la buena música, hasta el punto
que las misas eran animadas a menudo por los estudiantes del conservatorio, que
hacían de las celebraciones algo verdaderamente digno de una misa pascual,
aunque se tratara del tiempo ordinario. Entre todo lo que me ha impactado, dos
cosas en particular me han hecho pensar sobre la injusta fama que esta misa
tiene entre muchos sacerdotes y fieles. En primer lugar, el sacerdote hablaba
mucho menos, y esto me dejaba mucho más espacio para la oración y el
recogimiento personal, la meditación sobre el misterio y el Evangelio. Una cosa
que toleraba mal de muchas celebraciones a las que había asistido en el pasado,
era el hecho de que el sacerdote no perdía ocasión para hacer oír su voz,
incluso con comentarios personales, durante la misa, tanto que me parecía estar
asistiendo más a una conferencia que una celebración de la eucarística”.
“Otro
aspecto es el mismo hecho de que el sacerdote esté vuelto versus Deum, cosa que en teoría debería darse también en una misa novus ordo bien celebrada, hasta donde
tengo entendido. Y este hecho me parecía particularmente "democrático",
a pesar de cuanto se dice de la misa tridentina. En efecto, el sacerdote se
sitúa en la misma dirección que todos los fieles, y esto constituye una señal
clara de la igualdad de todos ante Dios, frente a quien todos deben
arrodillarse. Justo lo contrario de una celebración en la que la posición
central del altar se sustituye por una “cátedra”, como significando que el
sacerdote es más sabio y más importante que el resto de los fieles, que por el
contrario se sientan abajo, en las
bancas. Justo como en la universidad o en una conferencia…”
“Te
agradezco por la paciencia con la que has leído estas consideraciones, y por tu
decisión de llevar a cabo la tarea que te has impuesto de difundir el amor a
Jesús y María”.
Y
nosotros agradecemos el testimonio de este joven y a cordialiter por su publicación, con la esperanza de que contribuya también
en el mundo hispanoamericano a la difusión de la Misa de siempre.
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