martes, 30 de septiembre de 2025

LA ASCESIS DE JERÓNIMO

San Jerónimo de Caravaggio

San Jerónimo, presbítero y doctor de la Iglesia, hombre sabio y asceta admirable, se nos presenta como un auténtico maestro de vida cristiana. El mensaje que transmite a través de sus cartas se centra en un fuerte llamado a vivir las exigencias del seguimiento a Cristo cualquiera sea el estado de vida de cada uno. «No te basta despreciar las riquezas, si no sigues a Cristo: sigue a Cristo quien abandona el pecado y vive la virtud», nos dice en una de sus cartas (Cf. 68, 8-12). Jerónimo reclama un cristianismo convencido, consciente y generoso, y para ello indica los siguientes medios:

a) El estudio y la meditación de los libros sagrados, que son fuente de conocimiento para penetrar en el misterio cristiano, para vivificar el espíritu y prepararlo para el heroísmo. Es en los libros sagrados donde Dios habla al alma y le revela los secretos de la santidad: «oras y hablas al Esposo; lees y el Esposo te habla a ti» (Cartas, 22, 25).

b) La oración continua, que mantiene el contacto con Dios y reaviva la caridad.

c) El ayuno, que sirve para frenar los ímpetus de la naturaleza corrompida y robustecer el espíritu.

d) La Eucaristía, que nos proporciona seguridad y fortaleza en el camino: «Está siempre en peligro… quien se dispone a alcanzar la morada celeste sin el pan celestial» (In Matt 2, 15).


Fuente: Ermanno Ancilli, Diccionario de espiritualidad, Vol. II, Herder 1987, Voz Jerónimo, p. 371 y ss).


 

lunes, 29 de septiembre de 2025

ÁNGELES Y OBISPOS, UNA HOMILÍA SELECTA DE BENEDICTO XVI

De la homilía del Papa Benedicto XVI pronuncia el 29 de septiembre de 2007, fiesta de los Santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael, durante la misa de consagración de seis nuevos obispos en la Basílica de San Pedro.

* * *

«Celebramos esta ordenación episcopal en la fiesta de los tres Arcángeles que la sagrada Escritura menciona por su propio nombre: Miguel, Gabriel y Rafael. Esto nos trae a la mente que en la Iglesia antigua, ya en el Apocalipsis, a los obispos se les llamaba "ángeles" de su Iglesia, expresando así una íntima correspondencia entre el ministerio del obispo y la misión del ángel.

A partir de la tarea del ángel se puede comprender el servicio del obispo. Pero ¿qué es un ángel? La sagrada Escritura y la tradición de la Iglesia nos hacen descubrir dos aspectos. Por una parte, el ángel es una criatura que está en la presencia de Dios, orientada con todo su ser hacia Dios. Los tres nombres de los Arcángeles acaban con la palabra "El", que significa "Dios". Dios está inscrito en sus nombres, en su naturaleza.

Su verdadera naturaleza es estar en él y para él.

Precisamente así se explica también el segundo aspecto que caracteriza a los ángeles: son mensajeros de Dios. Llevan a Dios a los hombres, abren el cielo y así abren la tierra. Precisamente porque están en la presencia de Dios, pueden estar también muy cerca del hombre. En efecto, Dios es más íntimo a cada uno de nosotros de lo que somos nosotros mismos.

Los ángeles hablan al hombre de lo que constituye su verdadero ser, de lo que en su vida con mucha frecuencia está encubierto y sepultado. Lo invitan a volver a entrar en sí mismo, tocándolo de parte de Dios. En este sentido, también nosotros, los seres humanos, deberíamos convertirnos continuamente en ángeles los unos para los otros, ángeles que nos apartan de los caminos equivocados y nos orientan siempre de nuevo hacia Dios.

Cuando la Iglesia antigua llama a los obispos "ángeles" de su Iglesia, quiere decir precisamente que los obispos mismos deben ser hombres de Dios, deben vivir orientados hacia Dios. "Multum orat pro populo", "Ora mucho por el pueblo", dice el Breviario de la Iglesia a propósito de los obispos santos. El obispo debe ser un orante, uno que intercede por los hombres ante Dios. Cuanto más lo hace, tanto más comprende también a las personas que le han sido encomendadas y puede convertirse para ellas en un ángel, un mensajero de Dios, que les ayuda a encontrar su verdadera naturaleza, a encontrarse a sí mismas, y a vivir la idea que Dios tiene de ellas.

Todo esto resulta aún más claro si contemplamos las figuras de los tres Arcángeles cuya fiesta celebra hoy la Iglesia. Ante todo, san Miguel. En la sagrada Escritura lo encontramos sobre todo en el libro de Daniel, en la carta del apóstol san Judas Tadeo y en el Apocalipsis. En esos textos se ponen de manifiesto dos funciones de este Arcángel. Defiende la causa de la unicidad de Dios contra la presunción del dragón, de la "serpiente antigua", como dice san Juan. La serpiente intenta continuamente hacer creer a los hombres que Dios debe desaparecer, para que ellos puedan llegar a ser grandes; que Dios obstaculiza nuestra libertad y que por eso debemos desembarazarnos de él.

Pero el dragón no sólo acusa a Dios. El Apocalipsis lo llama también "el acusador de nuestros hermanos, el que los acusa día y noche delante de nuestro Dios" (Ap 12, 10). Quien aparta a Dios, no hace grande al hombre, sino que le quita su dignidad. Entonces el hombre se transforma en un producto defectuoso de la evolución. Quien acusa a Dios, acusa también al hombre. La fe en Dios defiende al hombre en todas sus debilidades e insuficiencias: el esplendor de Dios brilla en cada persona.

El obispo, en cuanto hombre de Dios, tiene por misión hacer espacio a Dios en el mundo contra las negaciones y defender así la grandeza del hombre. Y ¿qué cosa más grande se podría decir y pensar sobre el hombre que el hecho de que Dios mismo se ha hecho hombre?

La otra función del arcángel Miguel, según la Escritura, es la de protector del pueblo de Dios (cf. Dn 10, 21; 12, 1). Queridos amigos, sed de verdad "ángeles custodios" de las Iglesias que se os encomendarán. Ayudad al pueblo de Dios, al que debéis preceder en su peregrinación, a encontrar la alegría en la fe y a aprender el discernimiento de espíritus: a acoger el bien y rechazar el mal, a seguir siendo y a ser cada vez más, en virtud de la esperanza de la fe, personas que aman en comunión con el Dios-Amor.

Al Arcángel Gabriel lo encontramos sobre todo en el magnífico relato del anuncio de la encarnación de Dios a María, como nos lo refiere san Lucas (cf. Lc 1, 26-38). Gabriel es el mensajero de la encarnación de Dios. Llama a la puerta de María y, a través de él, Dios mismo pide a María su "sí" a la propuesta de convertirse en la Madre del Redentor: de dar su carne humana al Verbo eterno de Dios, al Hijo de Dios.

En repetidas ocasiones el Señor llama a las puertas del corazón humano. En el Apocalipsis dice al "ángel" de la Iglesia de Laodicea y, a través de él, a los hombres de todos los tiempos: "Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo" (Ap 3, 20). El Señor está a la puerta, a la puerta del mundo y a la puerta de cada corazón. Llama para que le permitamos entrar: la encarnación de Dios, su hacerse carne, debe continuar hasta el final de los tiempos.

Todos deben estar reunidos en Cristo en un solo cuerpo: esto nos lo dicen los grandes himnos sobre Cristo en la carta a los Efesios y en la carta a los Colosenses. Cristo llama. También hoy necesita personas que, por decirlo así, le ponen a disposición su carne, le proporcionan la materia del mundo y de su vida, contribuyendo así a la unificación entre Dios y el mundo, a la reconciliación del universo.

Queridos amigos, vosotros tenéis la misión de llamar en nombre de Cristo a los corazones de los hombres. Entrando vosotros mismos en unión con Cristo, podréis también asumir la función de Gabriel: llevar la llamada de Cristo a los hombres.

San Rafael se nos presenta, sobre todo en el libro de Tobías, como el ángel a quien está encomendada la misión de curar. Cuando Jesús envía a sus discípulos en misión, además de la tarea de anunciar el Evangelio, les encomienda siempre también la de curar. El buen samaritano, al recoger y curar a la persona herida que yacía a la vera del camino, se convierte sin palabras en un testigo del amor de Dios. Este hombre herido, necesitado de curación, somos todos nosotros. Anunciar el Evangelio significa ya de por sí curar, porque el hombre necesita sobre todo la verdad y el amor.

El libro de Tobías refiere dos tareas emblemáticas de curación que realiza el Arcángel Rafael. Cura la comunión perturbada entre el hombre y la mujer. Cura su amor. Expulsa los demonios que, siempre de nuevo, desgarran y destruyen su amor. Purifica el clima entre los dos y les da la capacidad de acogerse mutuamente para siempre. El relato de Tobías presenta esta curación con imágenes legendarias.

En el Nuevo Testamento, el orden del matrimonio, establecido en la creación y amenazado de muchas maneras por el pecado, es curado por el hecho de que Cristo lo acoge en su amor redentor. Cristo hace del matrimonio un sacramento: su amor, al subir por nosotros a la cruz, es la fuerza sanadora que, en todas las confusiones, capacita para la reconciliación, purifica el clima y cura las heridas.

Al sacerdote está confiada la misión de llevar a los hombres continuamente al encuentro de la fuerza reconciliadora del amor de Cristo. Debe ser el "ángel" sanador que les ayude a fundamentar su amor en el sacramento y a vivirlo con empeño siempre renovado a partir de él.

En segundo lugar, el libro de Tobías habla de la curación de la ceguera. Todos sabemos que hoy nos amenaza seriamente la ceguera con respecto a Dios. Hoy es muy grande el peligro de que, ante todo lo que sabemos sobre las cosas materiales y lo que con ellas podemos hacer, nos hagamos ciegos con respecto a la luz de Dios.

Curar esta ceguera mediante el mensaje de la fe y el testimonio del amor es el servicio de Rafael, encomendado cada día al sacerdote y de modo especial al obispo. Así, nos viene espontáneamente también el pensamiento del sacramento de la Reconciliación, del sacramento de la Penitencia, que, en el sentido más profundo de la palabra, es un sacramento de curación. En efecto, la verdadera herida del alma, el motivo de todas nuestras demás heridas es el pecado. Y sólo podemos ser curados, sólo podemos ser redimidos, si existe un perdón en virtud del poder de Dios, en virtud del poder del amor de Cristo.

"Permaneced en mi amor", nos dice hoy el Señor en el evangelio (Jn 15, 9). En el momento de la ordenación episcopal lo dice de modo particular a vosotros, queridos amigos. Permaneced en su amor. Permaneced en la amistad con él, llena del amor que él os regala de nuevo en este momento. Entonces vuestra vida dará fruto, un fruto que permanece (cf. Jn 15, 16). Todos oramos en este momento por vosotros, queridos hermanos, para que Dios os conceda este regalo. Amén.


 

martes, 23 de septiembre de 2025

LA ASTUCIA PREVISORA. REFLEXIÓN SOBRE LA PARÁBOLA DEL ADMINISTRADOR INFIEL

La «astucia previsora» en el manejo de los bienes y talentos que Dios nos concede en esta vida para alcanzar la eterna, es la lección más obvia que Jesús quiere transmitirnos con la parábola del administrador infiel o mayordomo astuto (Cf. Lc 16 1-13). San Agustín, y más recientemente el Papa Benedicto, han destacado esta enseñanza de la parábola. En ella se alaba la sagacidad del administrador infiel por su visión de futuro, en contraste con esa astucia diligente, sí, pero terrena y mezquina, del protagonista de la parábola del rico insensato (Cf. Lc 12, 13-21). En ambos relatos late la misma invitación del Maestro: «No alleguéis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín los corroen y donde los ladrones horadan y roban. Atesorad tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín los corroen y donde los ladrones no horadan ni roban» (Mt 6, 19.20).

* * *

«¿Por qué propuso Jesucristo el Señor esta parábola? No le agradó aquel siervo fraudulento; defraudó a su amo y sustrajo cosas, y no de las suyas. Además le hurtó a escondidas, le causó daños para prepararse un lugar de descanso y tranquilidad para cuando tuviera que abandonar la administración. ¿Por qué propuso el Señor esta parábola? No porque el siervo aquel hubiera cometido un fraude, sino porque fue previsor para el futuro, para que se avergüence el cristiano que carece de determinación al ver alabado hasta el ingenio de un fraudulento. En efecto, así continuó: Ved que los hijos de las tinieblas son más sagaces que los hijos de la luz. Cometen fraudes mirando por su futuro. ¿Mirando a qué vida tomó precauciones aquel mayordomo? A aquella vida de la que tendría que salir cuando se lo mandasen. Él se preocupó por la vida que tiene un fin, y ¿no te preocupas tú por la eterna?». (San Agustín, Sermón 359, 10).

* * *

«También hoy, con una parábola que suscita en nosotros cierta sorpresa porque en ella se habla de un administrador injusto, al que se alaba (cf. Lc 16, 1-13), analizando a fondo, el Señor nos da una enseñanza seria y muy saludable. Como siempre, el Señor toma como punto de partida sucesos de la crónica diaria:  habla de un administrador que está a punto de ser despedido por gestión fraudulenta de los negocios de su amo y, para asegurarse su futuro, con astucia trata de negociar con los deudores. Ciertamente es injusto, pero astuto: el evangelio no nos lo presenta como modelo a seguir en su injusticia, sino como ejemplo a imitar por su astucia previsora. En efecto, la breve parábola concluye con estas palabras: «El amo felicitó al administrador injusto por la astucia con que había procedido». (Benedicto XVI, Homilía, 23-09-2007.


 

martes, 16 de septiembre de 2025

CARDENAL SARAH Y LO ABSURDO DE PROHIBIR EL RITO ANTIGUO

«En la Iglesia todos los bautizados tienen ciudadanía, compartiendo su Credo y la moral consiguiente. A lo largo de los siglos la diversidad de ritos celebrativos del único sacrificio eucarístico nunca ha creado problemas para la autoridad, porque la unidad de la fe era clara. De hecho, creo que la variedad de ritos en el mundo católico es una gran riqueza. Un rito, además, no se compone en un escritorio, sino que es fruto de la estratificación y sedimentación teológico-cultual. Me pregunto si se puede “prohibir” un rito ultra milenario. Finalmente, si la liturgia es también una fuente para la teología, ¿cómo negar acceso a las “fuentes antiguas”? Sería como prohibir el estudio de San Agustín a cualquiera que desee reflexionar correctamente sobre la gracia o sobre la Trinidad».

Fuente: secretum-meum-mihi.blogspot.com


 

lunes, 15 de septiembre de 2025

EL MARTIRIO DE MARÍA SEGÚN SAN BERNARDO

Virgen Dolorosa. Escuela Quiteña siglo XVIII
Imagen: surdoc.cl

«El martirio de la Virgen queda atestiguado por la profecía de Simeón y por la misma historia de la pasión del Señor. Éste –dice el santo anciano, refiriéndose al niño Jesús– está puesto como una bandera discutida; y a ti –añade, dirigiéndose a María– una espada te traspasará el alma.

En verdad, Madre santa, una espada traspasó tu alma. Por lo demás, esta espada no hubiera penetrado en la carne de tu Hijo sin atravesar tu alma. En efecto, después que aquel Jesús –que es de todos, pero que es tuyo de un modo especialísimo– hubo expirado, la cruel espada que abrió su costado, sin perdonarlo aun después de muerto, cuando ya no podía hacerle mal alguno, no llegó a tocar su alma, pero sí atravesó la tuya. Porque el alma de Jesús ya no estaba allí, en cambio la tuya no podía ser arrancada de aquel lugar. Por tanto, la punzada del dolor atravesó tu alma, y, por esto, con toda razón, te llamamos más que mártir, ya que tus sentimientos de compasión superaron las sensaciones del dolor corporal.

¿Por ventura no fueron peores que una espada aquellas palabras que atravesaron verdaderamente tu alma y penetraron hasta la separación del alma y del espíritu: Mujer, ahí tienes a tu hijo? ¡Vaya cambio! Se te entrega a Juan en sustitución de Jesús, al siervo en sustitución del Señor, al discípulo en lugar del Maestro, al hijo de Zebedeo en lugar del Hijo de Dios, a un simple hombre en sustitución del Dios verdadero. ¿Cómo no habían de atravesar tu alma, tan sensible, estas palabras, cuando aun nuestro pecho, duro como la piedra o el hierro, se parte con sólo recordarlas?

No os admiréis, hermanos, de que María sea llamada mártir en el alma. Que se admire el que no recuerde haber oído cómo Pablo pone entre las peores culpas de los gentiles el carecer de piedad. Nada más lejos de las entrañas de María, y nada más lejos debe estar de sus humildes servidores.

Pero quizá alguien dirá: «¿Es que María no sabía que su Hijo había de morir?» Sí, y con toda certeza. «¿Es que no sabía que había de resucitar al cabo de muy poco tiempo?» Sí, y con toda seguridad. «¿Y, a pesar de ello, sufría por el Crucificado?» Sí, y con toda vehemencia. Y si no, ¿qué clase de hombre eres tú, hermano, o de dónde te viene esta sabiduría, que te extrañas más de la compasión de María que de la pasión del Hijo de María? Este murió en su cuerpo, ¿y ella no pudo morir en su corazón? Aquélla fue una muerte motivada por un amor superior al que pueda tener cualquier otro hombre; esta otra tuvo por motivo un amor que, después de aquél, no tiene semejante».

(San Bernardo, Sermón domingo infraoctava de la Asunción. Oficio de Lectura, 15 de septiembre, Nuestra Señora de los Dolores).


domingo, 14 de septiembre de 2025

miércoles, 10 de septiembre de 2025

EL «LÍBERA NOS» DE LA MISA TRADICIONAL

Otro momento hermoso del rito antiguo, bastante empobrecido en el misal de Pablo VI, es la oración del Líbera nos y los gestos que la acompañan.  El sacerdote la recita con la patena entre sus dedos; luego se persigna con ella, la besa y la desliza bajo la Hostia Sagrada. Cristo agradece ese beso de fe y amor, como agradeció todos los gestos de consuelo que le proporcionaron durante su pasión quienes le querían.
 

jueves, 4 de septiembre de 2025

¡UN PAPA PROSELITISTA! DEO GRATIAS!

En uno de sus discursos más notables en lo que va de pontificado, el Papa León XIV invitaba a un grupo de monaguillos franceses, reunidos en la Sala Clementina del Palacio Apostólico, a tener el valor de plantearse la posibilidad de la vocación sacerdotal, descubriendo semana a semana su belleza, la felicidad que comporta y su urgente necesidad para la Iglesia. Tras hablarles de Cristo, de su amor y entrega por nosotros y del maravilloso tesoro de la Eucaristía, el Papa León arrojaba su anzuelo de pescador, en perfecta continuidad con la misión confiada a Pedro por Jesús: en adelante vas a ser pescador de hombres (Lc 5, 10):

«También deseo que estéis atentos a la llamada que Jesús podría dirigiros a seguirle más de cerca en el sacerdocio. Me dirijo a vuestras conciencias jóvenes, entusiastas y generosas, y voy a deciros algo que debéis escuchar, aunque pueda inquietaros un poco: ¡la falta de sacerdotes en Francia y en el mundo es una gran desgracia! Una desgracia para la Iglesia. Que podáis, poco a poco, domingo tras domingo, descubrir la belleza, la felicidad y la necesidad de tal vocación. ¡Qué vida tan maravillosa la del sacerdote, que en el corazón de cada uno de sus días encuentra a Jesús de una manera tan excepcional y lo da al mundo!».

Fuente y discurso completo del Santo Padre: www.infocatolica.com




 

jueves, 28 de agosto de 2025

SAN AGUSTÍN ALECCIONADO POR UN NIÑO

San Agustín y el niño junto al mar 
Pedro Pablo Rubens (c. 1637)

Una vieja tradición, avalada por una amplia representación iconográfica, cuenta que San Agustín paseaba un día por la playa mientras reflexionaba sobre el misterio de la Santísima Trinidad. Estando en esas cavilaciones encontró a un niño que había excavado un pequeño hoyo en la arena y trataba de llenarlo con el agua del mar. El niño corría una y otra vez al mar, recogía un poco de agua en una concha marina, y luego regresaba veloz a verter el agua del mar en su pequeño agujero.

Aquello llamó la atención de Agustín, quien lleno de curiosidad preguntó al niño sobre lo que hacía:

–Intento meter toda el agua del océano en este hoyo, le respondió el niño.

–Pero eso es imposible –replicó el santo–; ¿cómo piensas meter toda el agua del océano que es tan inmenso en un hoyo tan pequeñito?

–Más difícil es lo que pretendes tú –contestó el niño– que quieres meter en tu mente limitada el misterio del Dios infinito.

Y en ese instante el ángel desapareció.

 

martes, 26 de agosto de 2025

LAS SENDAS DE LA PENITENCIA SEGÚN EL CRISÓSTOMO

Ícono de San Juan Crisóstomo

«¿Queréis que os recuerde los diversos caminos de penitencia? Hay ciertamente muchos, distintos y diferentes, y todos ellos conducen al cielo.

El primer camino de penitencia consiste en la acusación de los pecados: Confiesa primero tus pecados, y serás justificado. Por eso dice el salmista: Propuse: «Confesaré al Señor mi culpa», y tú perdonaste mi culpa y mi pecado. Condena, pues, tú mismo, aquello en lo que pecaste, y esta confesión te obtendrá el perdón ante el Señor, pues, quien condena aquello en lo que faltó, con más dificultad volverá a cometerlo; haz que tu conciencia esté siempre despierta y sea como tu acusador doméstico, y así no tendrás quien te acuse ante el tribunal de Dios.

Éste es un primer y óptimo camino de penitencia; hay también otro, no inferior al primero, que consiste en perdonar las ofensas que hemos recibido de nuestros enemigos, de tal forma que, poniendo a raya nuestra ira, olvidemos las faltas de nuestros hermanos; obrando así, obtendremos que Dios perdone aquellas deudas que ante él hemos contraído; he aquí, pues, un segundo modo de expiar nuestras culpas. Porque si perdonáis a los demás sus culpas –dice el Señor–, también vuestro Padre del cielo os perdonará a vosotros.

¿Quieres conocer un tercer camino de penitencia? Lo tienes en la oración ferviente y continuada, que brota de lo íntimo del corazón.

Si deseas que te hable aún de un cuarto camino, te diré que lo tienes en la limosna: ella posee una grande y extraordinaria virtualidad.

También, si eres humilde y obras con modestia, en este proceder encontrarás, no menos que en cuanto hemos dicho hasta aquí, un modo de destruir el pecado: De ello tienes un ejemplo en aquel publicano, que, si bien no pudo recordar ante Dios su buena conducta, en lugar de buenas obras presentó su humildad y se vio descargado del gran peso de sus muchos pecados.

Te he recordado, pues, cinco caminos de penitencia: primero, la acusación de los pecados; segundo, el perdonar las ofensas de nuestro prójimo; tercero, la oración; cuarto, la limosna; y quinto, la humildad.

No te quedes, por tanto, ocioso, antes procura caminar cada día por la senda de estos caminos: ello, en efecto, resulta fácil, y no te puedes excusar aduciendo tu pobreza, pues, aunque vivieres en gran penuria, podrías deponer tu ira y mostrarte humilde, podrías orar asiduamente y confesar tus pecados; la pobreza no es obstáculo para dedicarte a estas prácticas. Pero ¿qué estoy diciendo? La pobreza no impide de ninguna manera el andar por aquel camino de penitencia que consiste en seguir el mandato del Señor, distribuyendo los propios bienes —hablo de la limosna—, pues esto lo realizó incluso aquella viuda pobre que dio sus dos pequeñas monedas.

Ya que has aprendido con estas palabras a sanar tus heridas, decídete a usar de estas medicinas, y así, recuperada ya tu salud, podrás acercarte confiado a la mesa santa y salir con gran gloria al encuentro del Señor, rey de la gloria, y alcanzar los bienes eternos por la gracia, la misericordia y la benignidad de nuestro Señor Jesucristo.

(San Juan Crisóstomo, Homilía 2 sobre el Diablo tentador, n. 6. PG 49, 263-264. Officium lectionis; Feria III, Hebd. XXI)


 

domingo, 24 de agosto de 2025

LA PUERTA ESTRECHA


«La liturgia de hoy nos propone unas palabras de Cristo iluminadoras y al mismo tiempo desconcertantes. Durante su última subida a Jerusalén, uno le pregunta: “Señor, ¿serán pocos los que se salven?”. Y Jesús le responde: “Esforzaos en entrar por la puerta estrecha. Os digo que muchos intentarán entrar y no podrán” (Lc 13, 23-24). ¿Qué significa esta “puerta estrecha”? ¿Por qué muchos no logran entrar por ella? ¿Acaso se trata de un paso reservado sólo a algunos elegidos?

Si se observa bien, este modo de razonar de los interlocutores de Jesús es siempre actual: nos acecha continuamente la tentación de interpretar la práctica religiosa como fuente de privilegios o seguridades. En realidad, el mensaje de Cristo va precisamente en la dirección opuesta:  todos pueden entrar en la vida, pero para todos la puerta es “estrecha”. No hay privilegiados. El paso a la vida eterna está abierto para todos, pero es “estrecho” porque es exigente, requiere esfuerzo, abnegación, mortificación del propio egoísmo.

Una vez más, como en los domingos pasados, el evangelio nos invita a considerar el futuro que nos espera y al que nos debemos preparar durante nuestra peregrinación en la tierra. La salvación, que Jesús realizó con su muerte y resurrección, es universal. Él es el único Redentor, e invita a todos al banquete de la vida inmortal. Pero con una sola condición, igual para todos: la de esforzarse por seguirlo e imitarlo, tomando sobre sí, como hizo él, la propia cruz y dedicando la vida al servicio de los hermanos. Así pues, esta condición para entrar en la vida celestial es única y universal.

En el último día —recuerda también Jesús en el evangelio— no seremos juzgados según presuntos privilegios, sino según nuestras obras. Los “obradores de iniquidad” serán excluidos y, en cambio, serán acogidos todos los que hayan obrado el bien y buscado la justicia, a costa de sacrificios. Por tanto, no bastará declararse “amigos” de Cristo, jactándose de falsos méritos: “Hemos comido y bebido contigo y tú has enseñado en nuestras plazas” (Lc 13, 26). La verdadera amistad con Jesús se manifiesta en el modo de vivir: se expresa con la bondad del corazón, con la humildad, con la mansedumbre y la misericordia, con el amor por la justicia y la verdad, con el compromiso sincero y honrado en favor de la paz y la reconciliación. Podríamos decir que este es el “carné de identidad" que nos distingue como sus “amigos” auténticos; es el “pasaporte” que nos permitirá entrar en la vida eterna.

Queridos hermanos y hermanas, si también nosotros queremos pasar por la puerta estrecha, debemos esforzarnos por ser pequeños, es decir, humildes de corazón como Jesús, como María, Madre suya y nuestra. Ella fue la primera que, siguiendo a su Hijo, recorrió el camino de la cruz y fue elevada a la gloria del cielo, como recordamos hace algunos días. El pueblo cristiano la invoca como Ianua caeli, Puerta del cielo. Pidámosle que, en nuestras opciones diarias, nos guíe por el camino que conduce a la “puerta del cielo”».

(Benedicto XVI, Ángelus, Domingo 26 de agosto de 2007).

 

martes, 19 de agosto de 2025

APOLOGÍA DEL LATÍN

Interesante párrafo tomado de un artículo a favor del uso del latín en la vida de los fieles católicos. Para el autor, el olvido de la vieja lengua romana es, en última instancia, una pérdida mayor, una pérdida espiritual. 

Fuente: andrewkelpe.substack.com

«Por eso creo que el declive del latín en la vida católica no es simplemente una cuestión de preferencia o tradición. Es una pérdida espiritual. Sin él, corremos el riesgo de sentirnos demasiado cómodos en nuestra adoración, demasiado seguros de que Dios siempre debe hablarnos en nuestro propio idioma. Nos arriesgamos a perder la humildad y el asombro que conlleva arrodillarse ante un Dios que no se deja domesticar por nuestro discurso».


 

sábado, 9 de agosto de 2025

LEÓN XIV, DE LA MANO DE MARÍA

Al inicio de su reciente libro El Papa León XIV. La historia del nuevo Papa y los retos que deberá afrontar (Ed. Océano 2025), Saverio Gaeta recoge las sentidas palabras que el nuevo pontífice estampó en el libro de firmas del Santuario de la Virgen del Buen Consejo en Genazzano, uno de los «lugares de su corazón», y que escogió como destino de su primera visita fuera del Vaticano tras su elección como Vicario de Cristo.

Al igual que en 2001, cuando fue elegido Prior general de la Orden de los Agustinos, volvió a poner en manos de Nuestra Señora del Buen Consejo su vida y su nuevo ministerio, esta vez como Sucesor de Pedro. A continuación reproduzco las palabras del Papa recogidas por Gaeta en su interesante ensayo.

* * *


Todavía en los primeros días de pontificado,
he sentido el deber
y un profundo deseo
de acercarme a Genazzano, al santuario
de la Señora del Buen Consejo,
que durante toda mi vida
me ha acompañado
con su presencia materna,
con su sabiduría,
y el ejemplo de su amor por el Hijo
que es siempre el centro de mi fe.
Camino, verdad y vida.
Gracias Madre, por tu ayuda,
acompáñame en esta nueva misión.

León XIV PP - 10 mayo 2025

(Firma en el libro de visitas
del santuario de Genazzano, primera
salida del papa Prevost del Vaticano)




 



jueves, 7 de agosto de 2025

SIXTO II, HOMBRE BUENO Y PACÍFICO

Manuscrito con la representación del martirio 
de San Sixto y sus diáconos 

Estos son los que siguen al Cordero adondequiera que va. Estos fueron redimidos de entre los hombres como primicias para Dios y para el Cordero. Y en sus bocas no fue hallado engaño, porque son inmaculados delante del trono de Dios (Ap 14, 4-5).

A este séquito que sigue a Cristo hasta el fin, adornado con la palma triunfante del martirio, pertenecen el papa San Sixto II y un grupo de diáconos martirizados en Roma durante el siglo III. Sixto fue elegido papa en el año 257 tras la muerte de Esteban I. San Cipriano, quien lo llama un «sacerdote bueno y pacífico», relata en una carta a un hermano obispo africano la persecución del año 258 tras el segundo Edicto de Valeriano. Éste dispuso la decapitación de obispos, sacerdotes y diáconos, y la confiscación de los bienes de la Iglesia, incluidos los cementerios. Por el Papa Dámaso sabemos que Sixto fue sorprendido en el cementerio, probablemente el de San Calixto donde está enterrado, mientras enseñaba la palabra divina y fue decapitado junto con seis de los siete diáconos de Roma (Genaro, Magno, Vicente, Esteban, Agapito y Felicísimo). El séptimo, el protodiácono Lorenzo, fue asesinado tres días después en la Vía Tiburtina.

San Cipriano, a la espera de que la persecución pronto se desatara en las iglesias del norte de África, alentaba a los fieles para el combate: «Os pido que comuniquéis estas noticias a los demás colegas nuestros, para que en todas partes las comunidades cristianas puedan ser fortalecidas por su exhortación y preparadas para la lucha espiritual, a fin de que todos y cada uno de los nuestros piensen más en la inmortalidad que en la muerte y se ofrezcan al Señor con fe plena y fortaleza de ánimo, con más alegría que temor por el martirio que se avecina, sabiendo que los soldados de Dios y de Cristo no son destruidos, sino coronados».

 


miércoles, 6 de agosto de 2025

CÓMO NEGOCIAR CON DIOS

Estampa del Santo Cura de Ars 
celebrando la Santa Misa

Decía el Santo Cura de Ars sobre el valor de la Misa: «Si se conociese el precio del Santo Sacrificio de la Misa, o mejor dicho, si se tuviera fe, ¿no habría más celo por él? Cuando queramos, pues, obtener alguna cosa del buen Dios, ofrezcámosle su Hijo muy amado con todos los méritos de su Muerte y Pasión, y Él no podrá negarnos nada».

Y para ejemplificar esta doctrina contaba el siguiente suceso: «Un santo sacerdote oraba por un amigo suyo muerto; Dios le había hecho conocer que estaba en el purgatorio. Pensó entonces que no podía hacer por él cosa mejor que ofrecer el Santo Sacrifico de la Misa por su alma. Cuando llegó el momento de la Consagración, tomó la Hostia consagrada entre sus dedos y dijo: Padre Santo y Eterno, hagamos un cambio: Vos tenéis en vuestras manos el alma de mi amigo, que está en el purgatorio, y yo tengo en las mías el cuerpo de Vuestro Hijo. Pues bien, librad a mi amigo y yo os hago la ofrenda de vuestro Hijo con todos los méritos de su Muerte y de su Pasión. Y al punto, en el momento de la elevación, vio el alma de su amigo, que radiante de gloria, subía al cielo».


 

martes, 29 de julio de 2025

MARTA, MUJER AFORTUNADA

Cristo en casa de Marta. Georg F. Stettner (+ 1639)

Hermoso himno a Santa Marta tomado de la Liturgia de las Horas del día de su fiesta (29. VII). En sus versos se exalta la solicitud de Marta en el servicio al Huésped divino y se le pide, como buena anfitriona, que haga de nuestros corazones otra Betania, un lugar de reposo y recreo para nuestro Dios, y merecer, al igual que ella y sus hermanos, ser hospedados algún día en las mansiones eternas.

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Llenos de júbilo, te celebramos,
Marta, mujer afortunada, que mereciste,
más de una vez, hospedar a Cristo en tu casa.

Movida dulcemente por el amor,

te desvivías, gustosa, estando pendiente de todo,
para atender al Huésped Divino.

Mientras disponías, complacida, la mesa para el Señor,
María y Lázaro tomaban de Él para sus almas
el sustento de la vida de la gracia.


Presintiendo su muerte, María ungió al Señor
con nardo puro y tú Le dispensaste,
por última vez, tus servicios.

Y hoy, que a su vez, tú eres huésped dichosa del Maestro,
haz que nuestros corazones, sean, como Betania,
su amable morada.

Gloria a Dios, Uno y Trino,
que nos conceda un día cantar
contigo las alabanzas del Cielo. Amén.

 

sábado, 26 de julio de 2025

LOS OJOS DEL AMOR

Santos Joaquín y Ana con la Virgen y el Niño

Ubi amor ibi oculus: Donde está el amor allí están los ojos, decía Ricardo de San Víctor. El amor nos enseña a mirar con atención y dulzura; busca siempre la presencia del amado y se complace en su contemplación; casi no tiene ojos para nadie más. 

En esta piadosa pintura hay un juego de tiernas miradas entre los abuelos de Jesús –San Joaquín y Santa Ana–, la Virgen Madre y el Niño Dios, como si el cariño mutuo circulara a trevés de sus ojos. Se comprende que la familia sea el ámbito primordial donde se aprende a querer y a mirar.




 

viernes, 25 de julio de 2025

LECCIONES DEL APÓSTOL SANTIAGO

Santiago Apóstol
 Catedral de Santiago de Chile

    «Por consiguiente, de Santiago podemos aprender muchas cosas: la prontitud para acoger la llamada del Señor incluso cuando nos pide que dejemos la “barca” de nuestras seguridades humanas, el entusiasmo al seguirlo por los caminos que él nos señala más allá de nuestra presunción ilusoria, la disponibilidad para dar testimonio de él con valentía, si fuera necesario hasta el sacrificio supremo de la vida. Así, Santiago el Mayor se nos presenta como ejemplo elocuente de adhesión generosa a Cristo. Él, que al inicio había pedido, a través de su madre, sentarse con su hermano junto al Maestro en su reino, fue precisamente el primero en beber el cáliz de la pasión, en compartir con los Apóstoles el martirio» (Benedicto XVI, Audiencia General, miércoles 21 de junio de 2006).



 

jueves, 24 de julio de 2025

UN ASCETISMO SIEMPRE ACTUAL Y NECESARIO

San Charbel Makhlouf

Publico un breve extracto de la homilía pronunciada por San Pablo VI durante la canonización de San Charbel Makhlouf, el día 9 de octubre de 1977. San Charbel fue un asceta y religioso del Líbano de rito maronita. Nació en 1828; a la edad de 23 años, dejó su casa en secreto y entró al monasterio de Nuestra Señora de Mayfuq, tomando el nombre de un mártir sirio: Charbel. Hizo sus votos solemnes en 1853 y fue ordenado sacerdote en 1859. Durante 15 años vivió en el monasterio de San Marón en Annaya. Tiempo después sintió el llamado a la vida ermitaña y en 1875 recibió la autorización para ponerla en práctica. Desde ese momento hasta su muerte en 1898, se dedicó a la oración, a la penitencia y al trabajo manual. La única perturbación a su vida de oración y silencio venía de la cantidad de visitantes que llegaban atraídos por su fama de santidad. Estos buscaban su consejo, la promesa de su oración o el favor de algún milagro.

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«Sí, la santidad practicada por Charbel Makhlouf es de gran importancia, no solo para la gloria de Dios, sino también para la vitalidad de la Iglesia. Ciertamente, en el único Cuerpo Místico de Cristo, como dice San Pablo (Cf. Rm 12, 4-8), los carismas son numerosos y diversos; corresponden a diferentes funciones, cada una de las cuales tiene su lugar indispensable. Se necesitan pastores que reúnan al pueblo de Dios y lo presidan sabiamente en nombre de Cristo. Se necesitan teólogos que examinen la doctrina y un Magisterio que la vigile. Se necesitan evangelizadores y misioneros que lleven la palabra de Dios por todos los caminos del mundo. Se necesitan catequistas que sean sabios maestros y pedagogos de la fe: este es el propósito del presente Sínodo. Se necesitan personas que se dediquen directamente a la ayuda mutua de sus hermanos y hermanas. Pero también se necesitan personas que se ofrezcan como víctimas por la salvación del mundo, en penitencia libremente aceptada, en incesante oración de intercesión, como Moisés en la montaña, en una búsqueda apasionada del Absoluto, testificando que Dios merece ser adorado y amado por sí mismo. El estilo de vida de estos religiosos, estos monjes, estos eremitas no se propone a todos como un carisma imitable; pero en su estado puro, de manera radical, encarnan un espíritu del que ningún seguidor de Cristo está exento, ejercen una función de la que la Iglesia no puede prescindir, evocan un camino saludable para todo» (San Pablo VI).

Fuente: www.vatican.va


 

martes, 22 de julio de 2025

MÁS LOCOS QUE LA MAGDALENA

Aparición de Cristo a María Magdalena 
Charles De La Fosse (1636-1716)

«Se apareció a su Madre Santísima. —Se apareció a María de Magdala, que está loca de amor. —Y a Pedro y a los demás Apóstoles. —Y a ti y a mí, que somos sus discípulos y más locos que la Magdalena: ¡qué cosas le hemos dicho!», escribe San Josemaría Escrivá en Santo Rosario, comentando el primer misterio de gloria. Algo de esa locura de amor de la Magdalena que desearíamos merecer, la declara San Gregorio Magno en un bello texto de sus homilías sobre los Evangelios.


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«María Magdalena, cuando llegó al sepulcro y no encontró allí el cuerpo del Señor, creyó que alguien se lo había llevado y así lo comunicó a los discípulos. Ellos fueron también al sepulcro, miraron dentro y creyeron que era tal como aquella mujer les había dicho. Y dice el evangelio acerca de ellos: los discípulos se volvieron a su casa. Y añade, a continuación: fuera, junto al sepulcro, estaba María, llorando.

Lo que hay que considerar en estos hechos es la intensidad del amor que ardía en el corazón de aquella mujer, que no se apartaba del sepulcro, aunque los discípulos se habían marchado de allí. Buscaba al que no había hallado, lo buscaba llorando y, encendida en el fuego de su amor, ardía en deseos de aquel a quien pensaba que se lo habían llevado. Por esto, ella fue la única en verlo entonces, porque se había quedado buscándolo, pues lo que da fuerza a las buenas obras es la perseverancia en ellas, tal como afirma la voz de aquel que es la Verdad en persona: el que persevere hasta el final se salvará.

Primero lo buscó, sin encontrarlo; perseveró luego en la búsqueda, y así fue como lo encontró; con la dilación, iba aumentando su deseo, y este deseo aumentado le valió hallar lo que buscaba. Los santos deseos, en efecto, aumentan con la dilación. Si la dilación los enfría, es porque no son o no eran verdaderos deseos. Todo aquel que ha sido capaz de llegar a la verdad es porque ha sentido la fuerza de este amor. Por esto dice David: Mi alma tiene sed de Dios vivo: ¿cuándo entraré a ver el rostro de Dios? Idénticos sentimientos expresa la Iglesia cuando dice, en el Cantar de los cantares: Estoy enferma de amor; y también: Mi alma se derrite.

Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas? Se le pregunta la causa de su dolor con la finalidad de aumentar su deseo, ya que, al recordarle a quién busca, se enciende con más fuerza el fuego de su amor.

Jesús le dice: ¡María! Después de haberla llamado con el nombre genérico de «mujer», sin haber sido reconocido, la llama ahora por su nombre propio. Es como si le dijera: «Reconoce a aquel que te reconoce a ti. Yo te conozco, no de un modo genérico, como a los demás, sino en especial».

María, al sentirse llamada por su nombre, reconoce al que lo ha pronunciado, y, al momento, lo llama: Rabboni, es decir: Maestro, ya que el mismo a quien ella buscaba exteriormente era el que interiormente la instruía para que lo buscase».

(De las homilías de San Gregorio Magno, Papa, sobre los Evangelios. Homilía 25, 1-2. 4-5. Oficio de lectura, 22 de Julio, fiesta de Santa María Magdalena).

viernes, 18 de julio de 2025

ORACIÓN A LA PRECIOSA SANGRE

Cristo Flagelado 

Oración a la preciosísima Sangre de Jesús, derramada copiosamente como precio de nuestro rescate, atribuida a San Alberto Magno.

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 Yo te adoro Sangre Preciosa encerrada en las venas de Jesús


Yo te adoro, Sangre preciosísima de Jesús, flor de la creación, fruto de la virginidad, instrumento inefable del Espíritu Santo; y me regocijo pensando que, proveniente de las gotas de la sangre virginal, a que el amor eterno imprimió movimiento, fuiste asumida por el Verbo y deificada en Su persona.

Yo me conmuevo con íntima ternura, pensando cómo del Corazón de la Virgen pasaste al Corazón del Verbo y, animada por el soplo de la divinidad, viniste a ser digna de adoración por ser sangre de Dios.

Yo te adoro encerrada en las venas de Jesús, conservada en su Humanidad como el maná en el arca de oro, memorial de la redención eterna por Él operada en los días de su vida mortal. Te adoro, Sangre del nuevo y eterno Testamento, que fluiste de las venas de Jesús en Getsemaní, de sus carnes flageladas arrancadas en el Pretorio, de sus manos y pies traspasados y de su costado abierto en el Gólgota. Te adoro en los Sacramentos; te adoro en la Eucaristía, donde sé que estás contenida sustancialmente…

En ti pongo toda mi confianza, Sangre adorable, precio nuestro y baño del espíritu. Cae gota a gota suavemente en los corazones extraviados y ablanda su dureza. Limpia, Sangre adorable de Jesús, limpia nuestras manchas, sálvanos de la ira del ángel exterminador. Riega la Iglesia; fecúndala de maestros y de apóstoles, enriquécela de almas santas, puras y radiantes de belleza divina. 


 

jueves, 17 de julio de 2025

EL FELIZ REGRESO DEL PAPA A CASTEL GANDOLFO

¡Ay, Papa Francisco, de cuántas cosas nos privaste!, le oí comentar a un viejo amigo, mientras contemplaba a través de los medios la alegría y alborozo de la gentes de Castel Gandolfo por la presencia entre ellos del Papa León. Este feliz regreso al lugar habitual de veraneo de los Papas, es también un signo elocuente de lo que será el pontificado de León XIV. Recojo a continuación parte de una interesante columna sobre el tema aparecida en el sitio Silere non possum.

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No es nostalgia, es discernimiento

«Tener en cuenta el sensus fidelium significa también saber escuchar el deseo simple y profundo del pueblo de Dios: ver al Papa como un padre presente, que comparte los lugares, los tiempos y los gestos de la fe. El regreso de León XIV a Castel Gandolfo no es, por tanto, un detalle nostálgico ni una operación mediática. Es un signo. Y los signos hablan claro. Prevost ha demostrado su libertad al tomar esta decisión, dictada por el amor a un lugar de paz y por la conciencia de la necesidad de un tiempo de descanso. El Papa, como cualquier sacerdote, no es un superhéroe: también él necesita detenerse, rezar, descansar.

Los fieles reunidos hoy son el testimonio vivo de un pueblo deseoso de tener nuevamente al Papa entre ellos —no sólo por evidentes razones económicas o turísticas, sino por ese amor y afecto que desde hace años los une a la figura de Pedro. No han asistido a un evento de postal. Ya no es tiempo de eslóganes ni de falso pauperismo. León XIV muestra su libertad y su capacidad de afrontar la realidad con verdad. Lo que tenemos a disposición —gracias a la generosidad de tantos fieles y a la vida entregada de muchos hombres de buena voluntad— no debe ser despreciado, sino utilizado del mejor modo posible. Si se presentan nuevos gastos, se harán las evaluaciones oportunas y se procederá con criterio y sobriedad. Pero, como se ha explicado en múltiples ocasiones, no tiene sentido adquirir algo solo porque “parece” más pobre, ni abandonar lugares que tienen un valor simbólico y pastoral, solo porque los medios de comunicación siguen difundiendo desinformación, incluso sobre las vacaciones del Papa.

La comunidad de Castel Gandolfo ha sentido al Papa celebrar con ellos, por ellos, en medio de ellos. En un tiempo en que la sinodalidad corre el riesgo de confundirse con la multiplicación de mesas, documentos y eslóganes, la imagen del Pontífice que regresa entre los suyos, en una comunidad concreta, puede ofrecer una clave para redescubrir el auténtico significado de “caminar juntos”: no solo proyectar, sino habitar. Las tradiciones, cuando no se esgrimen como armas ideológicas, pueden aún revelarse caminos de comunión y herramientas de escucha. Esto también es discernimiento».

Fuente: silerenonpossum.com/es

miércoles, 16 de julio de 2025

NUESTRA SEÑORA DEL CARMEN, PATRONA DE CHILE

Oración por Chile a la Virgen del Carmen, Reina, Madre y Patrona de la Nación, compuesta por Monseñor Ramón Ángel Jara (1852-1917). 

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¡Oh Virgen Santísima del Carmen! Llenos de la más tierna confianza como hijos que acuden al corazón de su madre, nosotros venimos a implorar una vez más los tesoros de misericordia que con tanta solicitud nos habéis siempre dispensado.

Reconocemos humildemente que uno de los mayores beneficios que Dios ha concedido a nuestra Patria, ha sido señalaros a Vos por nuestra especial Abogada, Protectora y Reina. Por eso a Vos clamamos en todos nuestros peligros y necesidades seguros de ser benignamente escuchados. Vos sois la Madre de la Divina Gracia, conservad puras nuestras almas; sois la Torre poderosa de David. defended el honor y la libertad de nuestra Nación; sois el refugio de los pecadores, tronchad las cadenas de los esclavos del error y del vicio; sois el consuelo de los afligidos, socorred a las viudas, a los huérfanos y desvalidos; sois el auxilio de los cristianos, conservad nuestra fe y proteged a nuestra Iglesia, en especial a sus Obispos, sacerdotes y religiosos.

Desde el trono de vuestra gloria atended a nuestras súplicas, ¡oh Madre del Carmelo! Abrid vuestro manto y cubrid con él a esta República de Chile, de cuya bandera Vos sois la estrella luminosa. Os pedimos el acierto para los magistrados, legisladores y jueces; la paz y piedad para los matrimonios y familias; el santo temor de Dios para los maestros; la inocencia para los niños; y para la juventud, una cristiana educación.

Apartad de nuestras ciudades los terremotos, incendios y epidemias; alejad de nuestros mares las tormentas, y dad la abundancia a nuestros campos y montañas. Sed el escudo de nuestros guerreros, el faro de nuestros marinos y el amparo de los ausentes y viajeros. Sed el remedio de los enfermos, la fortaleza de las almas atribuladas, la protectora especial de los moribundos y la redentora de las almas del Purgatorio.

¡Oídnos pues, Reina y Madre Clementísima! Y haced que viviendo unidos en la vida por la confesión de una misma fe y la práctica de un mismos amor al Corazón Divino de Jesús, podamos ser trasladados de esta patria terrenal a la patria inmortal del cielo, en que os alabaremos y bendeciremos por los siglos de los siglos. Amén.